Desde que eran niñas, Anne Murphy y su hermana hacían juntas casi todo.
Como adultas, vivían en casas contiguas en Concord (Massachusetts) y empezaban el día llevándose el café una a la otra. Luego iban de compras a ventas de garaje, visitaban museos e iban a la playa.
Las dos eran enfermeras, hacían trabajo voluntario, se cuidaban a los hijos y también se cuidaban entre ellas. "Desde muy chicas, Jean siempre me cuidaba y me decía qué hacer", recuerda Anne.
Pero todo cambió en 2011, cuando Jean empezó a perder la memoria.
"Le costaba recordar cosas y cómo llegar adonde iba", dice Anne. En las ventas de garaje ya no podía hacer los cheques.
Las dos estaban conscientes de la enfermedad de Alzheimer y de la demencia. Su hermano mayor había muerto de demencia y complicaciones con la enfermedad de Parkinson a los 62 años. Cuando Jean cumplió 64 años, aceptó que le hicieran un examen médico y cuando recibió los resultados estaba muy abatida, y con razón.
Mantenerse activa y ocupada
A medida que el Alzheimer de Jean empeoraba, Anne trataba de hablar mucho con ella y de que estuviera activa. "Una vez por semana, Jean, mi otra hermana, Mary, y yo nos tomábamos un "Día de las chicas". Jugábamos a las cartas y a acertijos", cuenta Anne.
Con el paso del tiempo, Anne se dedicó a hablarle a Jean y a hacerle saber que seguía a su lado. "Le decía, ‘todavía te veo, estás aquí'", dice Anne.
Anne, los hijos y el marido de Jean, que también es enfermero, cuidaron de Jean en su propia casa.
"Es difícil para cualquiera tener a un ser querido enfermo con Alzheimer", dice Anne. "Era mi hermana mayor, siempre me arreglaba el pelo y me fastidiaba. Después de que perdió el habla, aunque no lo podía expresar, yo me daba cuenta cuando reñía conmigo por la manera en que fruncía el ceño".
Jean había perdido el habla, pero al igual que muchas personas con la enfermedad, todavía podía cantar o tararear canciones.
"Siento que estoy contribuyendo a resolver el rompecabezas del cerebro humano".
Consejos para otras familias
Cuando Jean murió a los 69 años, Anne estaba destruida, a pesar de saber que ese día iba a llegar.
Desde entonces, se ha inscrito en estudios clínicos sobre la enfermedad de Alzheimer. "Al principio dudaba en inscribirme, pero ahora estoy contenta de haberlo hecho", dice Anne. "Siento que estoy contribuyendo a resolver el rompecabezas del cerebro humano".
El consejo de Anne para quienes cuidan a un ser querido con Alzheimer: no se rinda.
"Nunca deje de estar presente para su ser querido. Ni por un minuto piense que se ha ido. Disfrute de él o ella esté como esté". Anne sugiere hablar de recuerdos familiares o señalar los alrededores.
"Sobre todo, trate de sentarse y de aceptar el silencio", añade.