Cuando Judy Perkins recibió el diagnóstico de cáncer de seno metastásico en estadio IV, es decir, de cáncer que se ha diseminado, se sintió derrotada.
"Era prácticamente una sentencia de muerte", dice ahora.
"Yo creía que ya había probado todos los tratamientos y que no tenía más alternativas".
Ese diagnóstico la llevó a asumir un papel activo en la Coalición Nacional Contra el Cáncer de Seno, y a convertirse en defensora de pacientes con esta enfermedad. "En julio de 2015, tomé una clase para enseñarles a los defensores los aspectos científicos del cáncer de seno", cuenta Judy.
Allí conoció a la Dra. Stephanie L. Goff, que integra un equipo de los NIH que realiza investigación pionera sobre el cáncer. La Dra. Goff trabaja con el Dr. Steven A. Rosenberg, del Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) en Bethesda, Maryland.
La Dra. Goff le mencionó a Judy que la rama de cirugía del Instituto Nacional del Cáncer estaba haciendo un estudio clínico sobre inmunoterapia en los NIH. Parecía una buena alternativa para ella. Judy ya había participado en estudios clínicos pero con poco éxito. No obstante, estaba abierta a esta nueva oportunidad.
Después de la reunión, se sometió a una evaluación con la Dra. Goff y el Dr. Rosenberg, y la aceptaron en el estudio clínico.
El estudio clínico le ofrece una oportunidad
Para tratar a Judy, la Dra. Goff y sus investigadores secuenciaron, es decir, estudiaron la estructura, del ADN y el ARN de uno de sus tumores cancerosos y de su tejido normal. Querían ver qué mutaciones eran específicas de su cáncer. El procedimiento se realizó en el hospital del Centro Clínico de los NIH, en Bethesda.
Los investigadores hicieron pruebas con diferentes células que atacaban a las mutaciones específicas del tumor para tratar de encogerlo. Luego le infundieron esas células antitumorales a Judy.
A continuación, como parte del tratamiento de inmunoterapia, Judy recibió más quimioterapia y le colocaron un puerto para catéter para infundirle las células antitumorales.
"Extrajimos linfocitos (un tipo de glóbulo blanco) del cuerpo de Judy. Los linfocitos son los "soldados" del sistema inmunitario. Circulan constantemente por el cuerpo", explica el Dr. Rosenberg, que supervisó el estudio clínico. "Estábamos especialmente interesados en los poquísimos linfocitos que reconocieron las mutaciones de su tumor canceroso. Y los reprodujimos para tener más de ellas y tratar a Judy con sus propias células antitumorales. Creo que este es uno de los campos más prometedores de la investigación en inmunología".
Judy se dio cuenta de inmediato que este tratamiento era diferente.
Una segunda oportunidad
"A los 10 días de comenzado el tratamiento, yo ya sabía que las cosas iban por buen camino", dice Judy. "Antes de salir del Centro Clínico en la Navidad de 2015, noté que el tumor estaba más suave y que había encogido. Pero no sabía si esto estaba relacionado con la infusión. Podía haber sido por la quimioterapia. Comprendí que era algo positivo. Pero no sabía si iba a continuar".
Pero felizmente así fue. El tumor se había disuelto, junto con sus otros tumores. "Recupere la energía", dice Judy. "Sabía que esta respuesta era muy diferente de las anteriores. Había sido un logro notable".
Fue el mejor regalo de Navidad que Judy recibió. Y desde ese invierno de 2015, ha seguido sintiéndose bien.
Busque la magia
Judy anima a otros pacientes que investiguen si hay estudios clínicos adecuados para su tipo de cáncer.
"Al principio, quería alguna clase de receta mágica para mí", recuerda Judy. "Más adelante, cuando mi enfermedad empeoró y creí que nunca encontraría esa receta mágica, pensé que podía ayudar a futuras pacientes".
Judy les recomienda que hablen con su médico para tomar la mejor decisión en cada caso, y que digan de inmediato si tienen cualquier inquietud o pregunta durante un estudio clínico.
"Si participan en un estudio clínico y hay algo que parece estar mal, hay que hablar del problema de inmediato con el médico", dice Judy. "A veces, los efectos secundarios se desconocen. Por eso, hay que prestar atención y hacerse oír. En todos mis tratamientos, mi filosofía fue la de prepararme para lo peor, y esperar que suceda lo mejor".
Finalmente Judy logró encontrar esa "receta mágica". Hoy, tres años más tarde, sigue libre de cáncer.