Una mañana como cualquier otra en septiembre de 2011, Mark Vail notó que tenía dificultades para vestirse.
Luego derramó leche sobre la barra de la cocina en lugar de vaciarla en su tazón de cereal. Creyendo que la subasta larga y aburrida del día anterior lo había dejado muy cansado, decidió recostarse en el sofá.
Cuando respondió a una pregunta con un lenguaje que no tenía sentido, su esposa, Jane Galyean, se dio cuenta de que algo andaba mal y llamó al 911. Vail, un hombre sano de 58 años, había sufrido un accidente cerebrovascular durante la noche que lo dejó con afasia, es decir, incapaz de comunicarse debido al daño en partes específicas del cerebro.
Efectos inmediatos
"Me sentía confundido, como si estuviera en una burbuja", cuenta Mark. "Había perdido la visión periférica y recuerdo que pensé que tal vez había muerto y estaba observando el caos a mi alrededor en la sala de urgencias".
Los efectos de la afasia fueron inmediatos y devastadores para Vail y Galyean. "De la noche a la mañana, el trabajo de subastador de Mark se acabó", dice Galyean. "Fue devastador para los dos porque nuestra vida cambió mucho. Él se quedó de repente sin carrera y las demandas de la afasia consumían toda nuestra energía.
Por suerte, Vail y Galyean acababan de mudarse a John's Island, en Carolina del Sur, cerca de la Universidad Médica de Carolina del Sur, uno de los pocos hospitales del país que cuenta con una clínica de afasia y lenguaje y un programa de investigación dedicado a la afasia.
Terapia de seguimiento
"Este es un servicio importante que no existe en muchos lugares", explica el Dr. Leonardo Bonilha, profesor adjunto de neurología y director de la clínica. Permite que los pacientes con problemas crónicos del lenguaje reciban una terapia de seguimiento adecuada y que tengan acceso a estudios clínicos".
Cuando Galyean llamó buscando un grupo de apoyo para los accidentes cerebrovasculares, la remitieron a la clínica donde se llevaba a cabo un estudio clínico en fase 2 de estimulación de corriente continua transcraneal como tratamiento de la afasia, con fondos del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD, por sus siglas en inglés). "En este estudio se evalúa si la fonoaudiología (terapia del habla) combinada con la estimulación cerebral a través del cuero cabelludo mejora la recuperación de pacientes con afasia crónica como Mark", explica el Dr. Bonilha.
Pero Vail no estaba seguro. "Al principio tenía dudas porque en el estudio uno tenía que hacerse varias resonancias magnéticas y sé lo claustrofóbicas e incómodas que son", recuerda. Vail finalmente se inscribió y descubrió que los beneficios valían la pena.
Pero Vail no estaba seguro. "Al principio tenía dudas porque el estudio incluía varias resonancias magnéticas y sé lo claustrofóbicas e incómodas que son", recuerda. Vail terminó inscribiéndose y descubrió que los beneficios valían la pena.
"El técnico que hacía la resonancia magnética sabía cómo ayudarme a relajar y era muy bueno recibir tanta estimulación diaria. Disfruté del reto de contestar correctamente las pruebas de lenguaje. Todo ayudó".
Beneficios sociales
Bonilha concuerda con que los pacientes se benefician aun si reciben un placebo. "En primer lugar, ayudan a los demás. Quiero recalcar qué gran servicio prestan los participantes a las otras personas que tienen problemas similares. Además, reciben extensos servicios de fonoaudiología que muchos sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares no reciben. Y la interacción social también es beneficiosa para los participantes.
Se convierten en parte del grupo y tratamos de que el ambiente sea agradable, acogedor y de apoyo." Ahora, cinco años después del accidente cerebrovascular, Vail les recomienda a las personas que estén en una situación parecida, "Aunque sea incómodo, traten de participar en todos los programas, estudios y grupos de apoyo que puedan para contribuir reactivar el cerebro. Me hizo sentir menos aislado y más seguro de mí mismo."