Kady Helme no recuerda un solo momento de su vida en que no haya tenido que cuidar su diabetes tipo 1.
Cuando le dieron el diagnóstico a los cinco años, pronto comenzó a controlar sus niveles de azúcar en la sangre y a ponerse inyecciones de insulina. Para la mayoría de los pacientes con diabetes tipo 1, el autocontrol es un trabajo para toda la vida. Ahora, a los 26 años, Helme participa en la prueba de un páncreas artificial, el primero aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos.
"Ya no tengo que controlar mis niveles de día y de noche con tanta atención".
- Kady Helme
El páncreas es un órgano situado detrás de la parte baja del estómago. Produce la hormona insulina, que controla la glucosa en la sangre y las enzimas y líquidos para la digestión.
El páncreas artificial no es un órgano de reemplazo, pero sí sustituye algunas de las funciones del páncreas. El modelo que Helme tiene mide sus niveles de glucosa cada cinco minutos de día y de noche, y automáticamente le da la cantidad correcta de insulina. Controla la bomba electrónica que administra la insulina.
"Siempre he estado a cargo de mi diabetes", dice Helme, que usa un sistema híbrido de circuito cerrado. "Pero desde que comencé a usar el páncreas artificial, se me ha quitado un gran peso de encima porque ya no tengo que controlar mis niveles de día y de noche con tanta atención".
Helme, que es de Chicago pero que ahora vive en la Ciudad de Nueva York, se ha ofrecido como voluntaria en la JDRF, anteriormente conocida como Juvenile Diabetes Research Foundation (Fundación para la Investigación de la Diabetes Juvenil) desde que era niña. Ahora trabaja allí. También ha sido voluntaria con regularidad en estudios clínicos de la diabetes tipo 1. Esas experiencias, en parte, fueron la razón de que la seleccionaran para las pruebas del páncreas artificial.
Helme no sabía cuántos episodios de bajo nivel de azúcar en la sangre le ocurrían, a pesar de sus mejores esfuerzos, hasta que comenzó a usar el páncreas artificial. Dice que el control nocturno es maravilloso con el nuevo dispositivo. "En lugar de tener que levantarme dos o tres veces por noche para medir mi nivel de azúcar, el páncreas artificial lo mantiene estable. Duermo toda la noche y despierto descansada, con mi nivel de azúcar donde debe estar".
Además del alivio que le ha dado el páncreas artificial, el impacto que ha tenido en sus padres, en su novio, en su familia y amigos ha sido igualmente espectacular. "Ya no se preocupan por mí como antes", dice Helme. "También se les ha quitado el gran peso del estrés".