Piense en alguien que usted conoce a quien le encanta reírse y hacer reír a los demás. Ahora, imagínese que esa persona ya no se puede reír como antes.
Eso fue lo que le ocurrió a Lily Taylor cuando le diagnosticaron cáncer de cuello uterino hace seis años.
"Estaba desconsolada. No podía reírme ni hacer reír a los demás", dice Lily, hoy de 32 años.
Notando los síntomas
A los 25 años, Lily empezó a sentir dolor en la pelvis, el abdomen y las piernas. Al principio pensó que era por estar tanto tiempo de pie en el restaurante donde trabajaba de camarera.
También tenía infecciones leves y frecuentes de riñón y sangrado durante las relaciones sexuales. Lily no les dio muy importancia hasta que el dolor y el sangrado empeoraron.
El diagnóstico
Lily fue a ver al médico, quien le hizo una prueba de Papanicolaou para detectar células anormales en el cuello uterino. El médico rápidamente llamó a un ginecólogo, un médico especialista en salud reproductiva femenina, para que la examinara.
Luego Lily tuvo que ver a otro especialista para que le tomaran una biopsia o muestra de tejido del cuello uterino. "Fue un procedimiento muy doloroso", recuerda. "Lloré. La enfermera me tuvo que sostener la mano todo el tiempo".
La biopsia fue un paso importante para obtener un diagnóstico. Después de un fin de semana de mucha preocupación y llanto mientras esperaba los resultados, el médico la llamó y le dijo que tenía cáncer de cuello uterino.
"Cuando lo supe me quedé totalmente desconcertada, en shock", recuerda Lily.
Tratamiento intensivo
A los 27 años, Lily se sometió de inmediato a un tratamiento intensivo de quimioterapia por cinco semanas, radioterapia diaria y otras 12 semanas de quimioterapia.
"No se avergüencen de vacunarse ni de vacunar a sus hijos. El VPH y el cáncer de cuello uterino se pueden prevenir".
- Lily Taylor
Durante el tratamiento, Lily tuvo que quedarse en cama porque tenía náuseas o vómitos todo el tiempo. Terminó por perder su cabello y tuvo que dejar de trabajar debido a los efectos secundarios.
Antes de comenzar el tratamiento, los médicos le preguntaron si quería congelar óvulos en caso de que algún día deseara tener hijos. Le dijeron que la quimioterapia la dejaría infértil.
"Tenía 27 años y no me tomé el tiempo para pensar en esto", recuerda. "En ese momento no estaba segura y lo único que quería era continuar con el plan de tratamiento".
El cáncer de cuello uterino fue difícil para Lily por varios motivos. Además del dolor y el tratamiento, tuvo que lidiar con la pérdida del cabello, con que no podría tener hijos, y con los comentarios críticos de personas que sabían poco sobre la vacuna contra el VPH ni el cáncer cervical.
Encontrar la fuerza
El tratamiento fue difícil pero exitoso, y Lily y su familia se alegraron al enterarse de que el cáncer por fin había desaparecido. Hoy, cinco años más tarde, Lily está sin cáncer y feliz de haber recuperado la fuerza y el sentido del humor.
Dice que desearía haberle prestado más atención a los médicos y a su cuerpo unos años antes. Cuando tenía 21 años le hicieron una prueba de Papanicolaou, pero ella nunca respondió a una llamada de seguimiento del médico sobre un resultado anormal.
"Hoy volvería a llamar al médico. Abogaría por mi misma", dice. Quiere que las otras mujeres sean sus propias defensoras en materia de salud, y que les presten atención a sus cuerpos.
Sabiduría para los demás
Lily dice que, en general, su experiencia con el cáncer la ha fortalecido.
Participa activamente en cervivor.org, un recurso de apoyo y una comunidad de personas que tienen, han tenido o conocen a alguien con cáncer de cuello uterino. También trata de crear conciencia sobre la vacuna contra el VPH y el cáncer de cuello uterino, y tiene un grupo de apoyo en Minnesota llamado "At Your Cervix MN" (algo así como "A su cervixio, MN en inglés)".
Lily anima a todas los jóvenes de 11 y 26 años a vacunarse.
"No tengan vergüenza de vacunarse ni de vacunar a sus hijos", les sugiere. "El VPH y el cáncer de cuello uterino se pueden prevenir".
Lo más importante es que Lily quiere que la población, especialmente las mujeres, se sientan cómodas hablando de su salud sexual y reproductiva para prevenir lo que le ha ocurrido a ella y a tantas otras.
"No tengan miedo ni se avergüencen de hablar de sus partes privadas, con su pareja, con sus padres y con sus profesionales de la salud", dice Lily. "Somos todos iguales".