Un número creciente de personas con VIH tiene enfermedad renal terminal. Además, poseen tres veces más probabilidades de morir durante la diálisis que las personas sin VIH. Los trasplantes de riñón les ayudan a prolongar la vida, pero los donantes son pocos y el acceso a riñones donados es limitado.
Una nueva investigación financiada por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) encontró que los riñones de personas con VIH fallecidas se pueden trasplantar sin peligro a personas que viven con el VIH y tienen enfermedad renal terminal. El Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas de los NIH y el Instituto Nacional del Cáncer financiaron este estudio. Se basa en una importante investigación de 2019 que descubrió que las personas que viven con el VIH y que recibieron trasplantes de riñón de donantes con VIH fallecidos, tenían un índice general de supervivencia alto al cabo de cinco años.
Una ley aprobada en 2013 permite los trasplantes de órganos de donantes con VIH a receptores con VIH en los estudios de investigación aprobados en Estados Unidos.
En este nuevo estudio, realizado entre 2016 y 2019, 75 adultos recibieron un riñón de un donante fallecido. En 25 de estos casos, el donante estaba infectado con el VIH. Los otros 50 adultos recibieron trasplantes de riñón de donantes fallecidos sin VIH.
Un año después del trasplante, el índice general de supervivencia era excelente y comparable entre ambos grupos. Además, no hubo diferencias en los índices de infección que requirieron hospitalización, en los efectos secundarios graves ni en las complicaciones relacionadas con el VIH, las cuales fueron poco comunes.
Los resultados demuestran que los trasplantes de riñón entre personas con VIH son "seguros y viables y que tienen un índice de supervivencia excelente a corto plazo", dijeron los investigadores.