Christine*, de 41 años, empezó a experimentar con el alcohol a principios de la adolescencia.
La primera vez que lo probó, se desmayó y se enfermó. Aunque se arrepintió de inmediato de su decisión, siguió bebiendo por años, a menudo en exceso.
"Las cosas se arreglaron cuando empecé a escuchar y a seguir instrucciones. Dejé de sentirme víctima".
"Había perdido el control", dice. "No podía imaginarme estar en una situación social sin alcohol. Quería sentirme incluida, interesante, divertida, apreciada y querida. El alcohol me daba todo eso".
A los 20 años, Christine empezó a ver a una terapeuta. Habló de sus sentimientos de culpa y arrepentimiento que tenía después de una noche de copas. La terapeuta la animó a hablar más de eso, pero Christine negaba que tuviera un problema.
"Me dijo que la gente que no tiene problemas con la bebida no se siente como yo después de cada vez que bebe. Ahí empecé a comprender que tal vez sí tenía un problema con el alcohol", recuerda.
El trastorno por consumo de alcohol afecta a unos 15 millones de estadounidenses. Es una afección médica que puede causar la inhabilidad de controlar cuánto bebe. Y cuando no bebe, puede sentirse ansioso, irritable o estresado.
Buscar ayuda
Por sugerencia de su terapeuta, Christine ingresó a un programa de 12 pasos. Sin embargo, desde el principio le costó aceptar por qué estaba allí. En las reuniones se compadecía de sí misma y lloraba regularmente. Cuando finalmente pudo admitir que tenía un problema con el alcohol, empezó a dar pasos hacia la recuperación.
"Las cosas se arreglaron cuando empecé a escuchar y a seguir instrucciones", dice. "Conseguí un padrino y aprendí a enfrentar la situación física, mental y espiritualmente. Esto me ayudó a darme cuenta de que todo lo que me llevó a ese momento ocurrió para llevarme adonde estaba. Dejé de sentirme víctima".
Aunque el programa de 12 pasos sigue ayudando a Christine, dice que mantenerse sobria es una batalla constante.
Enfrentar el estigma
"Hay un estigma en torno a esto, sobre todo con las mujeres", dice Christine. "Si estoy en un 'happy hour' después del trabajo y alguien me pregunta por qué no bebo, puedo bromear y decir que ya me jubilé de eso, o puedo ser más directa y decir que me causa muchos problemas. De cualquier manera, yo me preguntaba si haría que la gente piense menos de mí. Pero aprendí que no le debo ninguna explicación a nadie".
Christine cree que el estigma impide que muchas personas busquen ayuda. Dice que es importante recordar que alguien con trastorno por consumo de alcohol no es una mala persona.
"Nadie toma el primer trago con la intención de perder el empleo y los hijos porque no puede controlar cuánto bebe", dice. "Tomaron decisiones, pero siempre hay una oportunidad para darle un giro a la vida. Si no hubiera tomado las decisiones que tomé, no me habría convertido en la persona que soy hoy".
Christine quiere que la gente con problemas con la bebida busque ayuda. Aunque un programa de 12 pasos le ha ayudado, es importante encontrar lo que funciona para cada uno.
* El nombre se ha cambiado por razones de privacidad.