En 2006, el arquitecto Eric Ward vio a un dermatólogo, un médico que se especializa en problemas de la piel, para que le revisara un lunar en la cara. El médico le dijo que el lunar no era canceroso y él no le dio más importancia.
Pero unos meses más tarde, notó que tenía los ganglios linfáticos inflamados.
"Creí que era un simple resfriado y esperé como un mes pensando que iba a mejorar".
El resfriado desapareció, pero la inflamación de los ganglios linfáticos, no.
Cuando Eric finalmente fue a la clínica de melanoma de Massachusetts General Hospital en Boston, le dijeron que tenía un tumor en el cuello. El médico le dijo que había que quitarlo, pero que probablemente no era canceroso.
Sin embargo, no fue así.
Tenía un melanoma maligno en los ganglios linfáticos del cuello.
Entonces Eric se sometió a una segunda cirugía para extirparle todos los ganglios linfáticos de la garganta y el cuello. Los médicos también le recomendaron participar en un estudio clínico sobre melanoma para evitar que el cáncer se siguiera propagando.
Un estudio clínico que salva vidas
El estudio clínico incluyó quimioterapia y bioquimioterapia intensiva, que incluye varios tipos de infusiones de medicamentos en el hospital.
Eric iba al hospital durante una semana para recibir las infusiones y luego tenía tres semanas de descanso.
Completó tres ciclos de ese tratamiento con varios efectos secundarios: pérdida de cabello, fatiga, debilidad y malos sueños.
"Fue atroz", recuerda Eric. Entre los tratamientos de infusión, trabajaba todo lo que podía y trataba de mantener una vida normal con la familia y los amigos.
La vida sin cáncer
Los médicos le dijeron que tenía una probabilidad alta de que el melanoma reapareciera.
"El doctor me recomendó que le prestara atención a otras partes del cuerpo. Entonces, cada vez que me enfermaba o tenía el más mínimo dolor en la rodilla, no sabía si estaba relacionado con el melanoma", dice Eric.
Luego vino la mejor noticia. Los resultados de la operación de cuello habían sido negativos.
"Eso quería decir que habían logrado quitar el melanoma, era muy tranquilizador", añade Eric.
Lleva más de 10 años sin cáncer.
La vida continúa
Eric no quiere correr ningún riesgo de que el cáncer regrese.
Trata de estar lejos el sol lo más posible y evita las quemaduras de sol. Y cuida da los demás compartiendo su historia. Les recomienda a sus amigos y familiares que se hagan revisar los lunares.
Lo irónico es que a Eric no le gusta el clima soleado. Se crió en Portland, Oregón, donde el clima tiende a estar nublado y brumoso.
"De niño nunca pasaba demasiado tiempo bajo el sol", dice Eric.
Cuando no trabaja, todavía disfruta de actividades al aire libre como el tenis, las caminatas y pasear a su perro. Pero siempre se pone un sombrero.
"Ahora tengo una excusa para no ir a la playa", dice riéndose.