El verano trae consigo barbacoas, días de piscina y mosquitos. El clima cálido y la alta humedad crean las condiciones perfectas para que los mosquitos prosperen. La mayor parte del tiempo los mosquitos se alimentan de sustancias azucaradas como los néctares de las plantas. Sin embargo, cuando llega el momento de poner huevos, las hembras necesitan la proteína extra que les proporciona la sangre. Sólo los mosquitos hembra pican a los huéspedes vivos, como los seres humanos y otros animales.
Las picaduras de mosquito pueden transmitir enfermedades peligrosas como el paludismo, el dengue, la fiebre de Zika y la enfermedad por el virus del Nilo Occidental. Aunque estas enfermedades son más comunes en lugares como África, Asia y Suramérica, se han dado casos en Norteamérica. Muchas de estas enfermedades también pueden hacer que las personas se vuelvan más atractivas para otros mosquitos, lo que ayuda a que las enfermedades se propaguen aún más rápido. El Aedes aegypti, uno de los tipos más comunes de mosquitos, es el responsable de la propagación de la mayoría de las enfermedades víricas transmitidas por mosquitos. Y para nuestra mala suerte, esta especie se siente especialmente atraída por los humanos.
Una investigación financiada por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) arroja nueva luz sobre la forma en que los mosquitos seleccionan a sus huéspedes y por qué, lo que abre la puerta a nuevas maneras de proteger la salud humana.
Las investigaciones demuestran que los mosquitos Aedes aegypti se sienten más atraídos por el olor de los seres humanos que por el de otros animales, pero no está claro cómo distinguen la diferencia. Un estudio reciente, financiado por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH), sugiere que una pista puede estar en la forma en que el cerebro de los mosquitos reacciona a los diferentes tipos de olores.
Para encontrar un huésped, los mosquitos usan una combinación de señales químicas y físicas como la visión, el gusto, el calor y el olor. Tanto los seres humanos como los animales inhalan oxígeno y exhalan dióxido de carbono, que los mosquitos pueden percibir a más de 9 metros (30 pies) de distancia. Tras detectar el dióxido de carbono exhalado, el mosquito sigue el olor y comienza a percibir el calor corporal del huésped. Los mosquitos tienen receptores gustativos en las patas y en la lengua, por lo que, una vez que se posa, el mosquito puede saborear al huésped incluso antes de picar. Los mosquitos también tienen múltiples receptores de olor (u "olfativos") en diferentes lugares: las antenas, el palpo maxilar (cerca de la boca) y la probóscide (un tubo similar a la boca que ayuda al insecto a beber). Estos receptores se conectan con partes específicas del cerebro del mosquito llamadas "glomérulos", que responden a diferentes tipos de olores.
Entonces, ¿cómo olfatean los mosquitos a los huéspedes humanos? Un equipo de investigadores financiados por los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) ensayó diferentes olores que atraen a los mosquitos, como el de los humanos, el de las ratas, el de los conejillos de indias, el del pelo de perro y el de las flores de algodoncillo, y descubrió que cada uno de ellos activaba diferentes combinaciones de glomérulos en el cerebro de los mosquitos: uno de los glomérulos respondía sólo a los olores animales, otro sólo a los humanos y un tercero a los olores animales y humanos.
A continuación, el equipo de investigación examinó los compuestos químicos específicos de los olores que encendían los glomérulos "detectores de humanos" y se centró en una sustancia llamada "sebo", una sustancia aceitosa y algo cerosa producida por la piel y los folículos pilosos, que recubre y protege la piel de cualquier daño.
Este sebo se combina con el sudor y se evapora lentamente en el aire, lo que afecta nuestra forma de oler: nuestro "olor". Nuestro olor es una compleja mezcla de sustancias químicas que puede actuar como una forma de comunicación dentro de las especies y entre ellas, así que cuando sudamos o estamos en un ambiente húmedo, estamos comunicando a otros que estamos cerca... y eso incluye a los mosquitos.
La Dra. Carolyn S. McBride, una de las investigadoras principales del estudio, indicó que los productos de descomposición del sebo humano probablemente activan los glomérulos "detectores de humanos" de los mosquitos Aedes aegypti que su equipo estudió. Los seres humanos no son los únicos animales que producen sebo, pero su composición específica varía según la especie. Algunos humanos exudan más sebo que otros, y su producción de sebo puede verse influida por factores como la edad, los medicamentos y el estilo de vida.
Dado que casi la mitad de la población mundial corre el riesgo de contraer enfermedades prevenibles transmitidas por mosquitos, un mejor conocimiento de la forma en que los mosquitos son atraídos por sus huéspedes —y cómo distinguen entre animales y seres humanos— puede ayudar a los investigadores a diseñar estrategias más eficaces para reducir la propagación de enfermedades peligrosas.