En mayo de 2012, Heather Quintal, de 22 años, acababa de graduarse de la universidad y estaba entusiasmada por su primer empleo en una firma de contabilidad de Boston. Pero apenas dos semanas después de la graduación, antes de empezar, le diagnosticaron melanoma en estadio avanzado, el cáncer de piel más mortal.
"Una noche mi papá pasaba por mi cuarto y notó que tenía un lunar en la espalda", dice.
Heather y él fueron a ver a un dermatólogo, un médico que se especializa en problemas de la piel. El dermatólogo le quitó el lunar y lo examinó.
Un día más tarde, el dermatólogo llamó a Heather y le pidió que fuera al consultorio con sus padres.
El cáncer se había diseminado a los ganglios linfáticos.
La noticia era aterradora. Le dijeron que tenía una probabilidad del 20 por ciento de vivir un año, o del 50 por ciento de vivir cinco años.
El tratamiento
Los médicos le quitaron todos los ganglios linfáticos (que forman parte del sistema inmunitario) debajo del brazo y comenzó el tratamiento: un mes de infusiones diarias y once meses de autoinyecciones tres veces por semana.
Heather tuvo efectos secundarios serios. Tuvo problemas de hígado, dolor de articulaciones, aumento de peso, caída de cabello y celulitis (inflamación del tejido de la piel).
"Mi cuerpo tuvo que aprender a vivir sin ganglios linfáticos", explica. "Fue como tener gripe por un año entero. Parecía diez años más vieja".
Luchar, no huir
Heather estaba decidida a mantenerse activa durante el tratamiento. En lugar de correr empezó a caminar, mejoró su dieta y empezó a practicar meditación y yoga.
"Cuando estoy en mi estera de yoga, nadie me mira con ojos tristes. El yoga me enseñó mucho acerca mí", cuenta.
Dejó su trabajo estresante en la firma de contabilidad, empezó a trabajar de contadora en el negocio de su familia y abrió su propio estudio de yoga.
"Quería crear un lugar al que la gente pudiera ir: proveedores de cuidados, sobrevivientes o personas con problemas no relacionados con cáncer. Nadie pasa por la vida ileso. Quería crear un lugar acogedor adonde la gente pudiera ir para sentirse cómoda", dice.
Heather también encontró apoyo por medio de IMPACT Melanoma, una organización nacional sin fines de lucro de prevención e información sobre esta enfermedad. Además, forma parte del programa Buddies, que asesora y apoya a sobrevivientes de melanoma y a proveedores de cuidados.
Correr la voz
Por medio de IMPACT Melanoma, Heather comparte su historia de cáncer con estudiantes de middle school, high school y universidades.
Cuando se acerca el baile de graduación, muchas jóvenes van a las camas de bronceado. Me encanta hablar con los estudiantes sobre los riesgos de broncearse y la importancia de usar protector solar y cubrirse del sol", cuenta.
La vida sin cáncer
Heather ahora tiene 29 años y ha estado sin cáncer por más de seis.
Quiere que todos usen protector solar y que vean regularmente a un dermatólogo para hacerse exámenes de piel.
Sobre todo, dice, "Vive tu vida. Haz lo que quieras hacer. La vida es corta".
Heather también tiene consejos para los seres queridos de personas con cáncer: "Como espectador se siente impotencia, uno querría poder arreglar todo", reflexiona. Pero lo mejor que se puede hacer es estar presente. Ser la persona que uno era antes de que su ser querido tuviera cáncer".