Barbara Gillmeister sabe lo que significa preocuparse por un hijo adicto a opiáceos.
"Cuando un familiar usa drogas activamente, uno siempre teme esa llamada telefónica devastadora", recuerda Barbara.
Lamentablemente, a Barbara y a su marido, David, les tocó recibir esa llamada. Su hijo, Steven, "Gilly" para sus amigos, murió por una sobredosis de heroína a los 25 años después de lidiar por años con la drogadicción.
"Si logro ayudar aunque sea a unas pocas personas, todo nuestro esfuerzo habrá valido la pena".
- Barbara Gillmeister
"Steven tenía un corazón cálido. Cuando sonreía, la habitación se iluminaba", dice Barbara. "Era muy generoso y siempre hacía que todo el mundo se sintiera bienvenido".
Después de su fallecimiento, la familia Gillmeister abrió un hogar residencial "libre de drogas" llamado Gilly's House, para hombres jóvenes que han tenido problemas de adicción y quieren recuperarse.
Inauguraron Gilly's House con las donaciones de familiares y amigos, y el apoyo de SAFE, una coalición regional de socios comunitarios de la región oeste del condado de Norfolk, Massachusetts.
Gilly's House ofrece un ambiente estable y seguro para jóvenes sobrios de 20 a 40 años en proceso de recuperación. Los residentes participan en grupos de autoayuda y programas de doce pasos, y reciben apoyo para fijar metas y cumplirlas a fin de hacer la transición a la vivir en la comunidad.
"Nuestra meta es que los jóvenes salgan de aquí con las herramientas que necesitan para ser independientes", explica Barbara.
Además de aprender a cocinar, pagar las cuentas, carpintería básica, limpieza y otras habilidades, Gilly's House también les ofrece oportunidades de crecimiento social, educativo y profesional.
El horario diario estructurado refuerza el estilo de vida sano, sin alcohol ni drogas.
"Una vez que un joven está sobrio, si no tiene las habilidades necesarias para cuidarse después de salir de Gilly's House, es propenso volver a los viejos hábitos", dice Barbara.
Cada residente debe estar sobrio al menos durante 40 días, debe tener empleo y tiene que cumplir las reglas estrictas del hogar, incluyendo la hora de volver a casa por la noche.
Los jóvenes reciben un cuarto amueblado, artículos de aseo y una cocina totalmente equipada para preparar sus comidas. Casi todo es donado o financiado por familias y amigos de personas adictas a opiáceos.
"Parecería que casi todos han perdido a un ser querido o a un amigo a la drogadicción. Por eso, muchos ayudan con gran generosidad", agrega Barbara.
Después del fallecimiento de Gilly, Barbara pensó que nunca tendría nada que ver con las drogas y la adicción.
"Ahora estoy rodeada de gente que ha perdido hijos y quiere ayudar a los demás. Es abrumador. Si logro ayudar aunque sea a unas pocas personas, todo nuestro esfuerzo habrá valido la pena".