James M. pasó los últimos seis años entrando y saliendo de cárceles, tribunales de justicia y centros de desintoxicación y reinserción social.
"Empecé a usar marihuana cuando tenía 11 años", cuenta James.
A los 18 años empezó usar otras drogas, como cocaína y oxicodona, un opiáceo recetado que se usa para tratar el dolor moderado a grave. Ambas sustancias son muy adictivas.
James dijo que a menudo estaba tan desesperado que probaba cualquier opiáceo que pudiera conseguir.
"Trate de parar", dice, "pero tenía dolores corporales y me sentía muy enfermo, así que seguí usando".
Actualmente, James, que tiene 25 años, lleva más de un año sin usar drogas.
Trabaja y toma clases para conseguir el certificado de equivalencia de la escuela secundaria, gracias en parte a su participación en UTEC, Inc. Este programa sin fines de lucro de Lowell, Massachusetts, trabaja específicamente con adultos jóvenes que tienen factores de riesgo comprobados.
El trabajo con el UTEC
La misión de UTEC es convertir la violencia y la pobreza en éxito social y económico. El programa nutre y capacita a jóvenes de 17 a 25 años que han estado encarcelados o han tenido problemas por violencia y participación en pandillas. Muchos tienen antecedentes o problemas actuales por uso de drogas como los opiáceos.
UTEC les da a estos jóvenes la oportunidad de evitar meterse en problemas, trabajar, conseguir el certificado de equivalencia de high school y aprender oficios como carpintería o cocina. UTEC les enseña sobre todo a ser responsables, a mantenerse limpios y a presentarse a trabajar cada día.
"Hablé por primera vez con UTEC cuando tenía 19 años", dice James. "Vinieron a mi cárcel y me preguntaron si quería participar. Lo intenté, pero no logré cumplir con el programa".
James terminaba siempre en la cárcel y luego en centros obligatorios de desintoxicación y terapia, pero finalmente volvía a las drogas.
Listo para la responsabilidad
James terminó cansándose de los centros de desintoxicación y reinserción social y de las cárceles.
"Me harté de todo eso", cuenta.
Cuando UTEC lo invitó a volver a participar en el verano de 2018, James estaba listo. Comprendió que UTEC podía ayudarle a dejar las drogas y a aprender habilidades laborales.
James ha venido regularmente al programa por más de cinco meses. Le pagan por el trabajo que hace en UTEC, que incluye cocinar y ayudar a otros.
Un camino difícil
James reconoce que UTEC no ha sido un programa fácil. Si no se presentaba a trabajar, un miembro de UTEC iba a su casa para verificar que estuviera bien.
"A veces, ni siquiera les abría la puerta. No quería hablar con ellos. Muchos miembros del programa son personas adictas o miembros de pandillas. UTEC hace muchas cosas para que uno regrese", añade. "Realmente ofrecen mucho apoyo".
Al principio, James no iba a la clase optativa al final del día.
"Me iba a mi casa o mi novia me recogía", explica, "pero luego me di cuenta de que el programa me mantenía ocupado, y cuanto mejor era mi asistencia, mejores eran los trabajos que conseguía". Ha disfrutado de los programas de UTEC, por ejemplo, el de senderismo al aire libre.
La sobriedad y el apoyo
James está decidido a dejar las drogas y a mantener su buena asistencia en UTEC.
"Las drogas son algo que está siempre presente en el fondo de mi mente, pero me mantengo ocupado y tengo buenos apoyos", explica James.
Actualmente, James, su novia y su bebé viven en la casa de su madre. Su meta es encontrar un buen trabajo para vivir de manera independiente con su familia.
James está motivado por algo más que su experiencia personal.
Su primo murió al usar cocaína mezclada con fentanilo (un opiáceo sintético mortal) en la cárcel, y su padre tomó una sobredosis cuando él tenía sólo dos años.
"Eso me hizo comprender todo. No quiero hacerle lo mismo a mi hijo", añade.
James tiene este consejo para quienes conocen a una persona adicta: "No la ataquen ni la acusen. Eso sólo logra que la situación sea aún más difícil. Si no puede ayudar a un adicto, tampoco le haga daño".