¿Se ha preguntado usted alguna vez por qué ciertas personas disfrutan del ejercicio mientras que para otras es insoportable? Las nuevas investigaciones señalan que existe una sorprendente conexión con el microbioma intestinal. Ha leído eso correctamente. Los billones de organismos minúsculos o sea los microbios que viven en nuestro sistema digestivo pueden desempeñar un papel en nuestro deseo de hacer ejercicio.
Sabemos que las bacterias intestinales son importantes para la digestión y la salud en general. Las investigaciones recientes sugieren que el intestino se comunica con el cerebro. Este eje “intestinal-cerebral” está vinculado al estado de ánimo, al estrés y quizá a nuestra motivación para hacer ejercicio.
Los ratones, los microbios y la motivación
Exactamente, ¿cómo podrían los microbios intestinales influir en nuestra motivación para hacer ejercicio? Para responder esa pregunta, los investigadores financiados por los NIH estudiaron la forma en que se realiza el ejercicio en ratones. Descubrieron que los ratones corrían menos en la rueda de ejercicio cuando se agotaban los microbiomas intestinales (es decir, cuando tenían menos microbios). También se cansaban más rápido. Esto sugiere que esos microbios podrían determinar hasta qué punto querían hacer ejercicio… y cuánto ejercicio podían tolerar según su capacidad física.
El ejercicio aumenta el nivel de dopamina, una sustancia física cerebral relacionada con el placer, la motivación y la recompensa (si usted ha tenido alguna vez “una sensación de euforia como corredor”, eso se debe a la dopamina). Como era de esperarse, el ejercicio aumentó el nivel de dopamina de los ratones con microbiomas intestinales saludables, lo cual los motivó a seguir moviéndose. Pero ese aumento del nivel de dopamina no ocurrió cuando se les agotaron los microbiomas.
El intestino le habla al cerebro
Al estudiar con más profundidad, los investigadores se enteraron de que las bacterias intestinales producen una cierta sustancia química que se comunica con el cerebro. Durante el ejercicio, esa sustancia química le dice al cerebro que libere más dopamina. La dopamina extra hace que el cerebro se sienta más recompensado y energizado. Cuando se interrumpió esa vía de comunicación, los ratones perdieron su motivación para moverse.
¿Qué significa eso para la salud humana?
Es difícil decir con seguridad. Aunque la motivación es importante, la historia es más extensa en el ser humano que en estos sujetos de rico pelaje empleados en la investigación. Esta se realizó en un entorno controlado para permitir que los investigadores aislaran los efectos de las bacterias intestinales. Nuestra vida es más compleja y los científicos todavía están explorando la forma en que las bacterias intestinales podrían influir en las clases de ejercicio que escogemos.
Necesitaremos más investigaciones para entender la relación entre nuestros propios microbios intestinales y por qué, cuándo y cómo optamos por mover el cuerpo. Pero si el caso es igual para el ser humano, podríamos encontrar nuevas formas de mantener una mayor actividad, que fuera más agradable, gratificante y alcanzable para todos.