Rachel George se está recuperando del trastorno por consumo de opioides. Ahora comparte su historia con la revista MedlinePlus de los NIH para que otras personas con este trastorno sepan que no están solas y que hay personas que quieren apoyarlas. Rachel, participante en ensayos clínicos relacionados con el trastorno por consumo de opioides en el Instituto Nacional sobre Abuso de Drogas (NIDA) en Baltimore, Maryland, espera que su experiencia pueda ayudar a los investigadores a estudiar tratamientos y comprender mejor la adicción.
¿Por qué empezó a tomar opioides? ¿Qué sabía sobre cómo podrían afectarla?
Comencé a consumir opioides en 1997, cuando tenía 15 años. Solía fumar mucha marihuana y tomar LSD con frecuencia hasta que experimenté un “mal viaje” y terminé en un programa ambulatorio intensivo. Dejé de fumar marihuana porque me hicieron pruebas de drogas y entonces busqué drogas, como el éxtasis y la heroína (un opioide), que saldrían de mi sistema más rápidamente.
La única información que tenía sobre los opioides en ese momento provenía de una de mis películas favoritas. Pero no glorificaba exactamente el estilo de vida. Una vez que sentí los efectos de los opioides, no tenía ninguna razón ni motivación para dejar de usarlos hasta que comenzaron los problemas legales y, más tarde, los problemas de adicción.
¿Cuándo pensó por primera vez que podría tener un trastorno por consumo de opioides?
Solo hasta hace poco conocí el término “trastorno por consumo de opioides”. Tan pronto como lo escuché, sentí alivio de tener una palabra de identidad que no fuera “drogadicta” en lo que respecta a mi adicción. No sabía que tenía un problema con los opioides hasta los 20 años, cuando comencé a hacer cosas extremas para conseguir dinero para drogarme. Fue también en esa época cuando comencé a experimentar síntomas de abstinencia.
Para entonces, ya había consumido opioides durante unos siete años. Al principio, los síntomas de abstinencia no eran tan graves (podía dormir con la ayuda de medicamentos recetados que me daba mi vecino), pero se convirtieron en una bestia que no podía ignorar. Estuve en la cárcel cuando experimenté la peor abstinencia que jamás había sentido. En casa, tenía la oportunidad de salir a ganar dinero y gastarlo. En la cárcel, no tenía opción. Esa experiencia me enseñó que la abstinencia tiene un componente mental y psicológico muy pesado.
Una vez, en una fiesta de secundaria, decidí sacar mi material y drogarme frente a todos los presentes. Estoy bastante segura de que la gente allí pensó que tenía un problema. Mis amigos supieron cuando dejé de salir con ellos, y mi familia lo supo cuando les dije que los estaba robando y me habían arrestado por robo.
¿Cómo es para usted vivir con un trastorno por consumo de opioides? ¿Cuáles son los efectos sobre su salud y bienestar?
Vivir con un trastorno por consumo de opioides es como estar en una montaña rusa. He construido mi vida cuatro o cinco veces solo para empeñarla después de unos meses de uso. He tenido la suerte de poder seguir saliendo de los agujeros que cavo, unos más profundos que otros. Sin embargo, una cosa de la que me he dado cuenta es que cada vez me resulta más difícil levantarme de nuevo.
No he tenido ningún efecto físico grave a largo plazo por mi trastorno por consumo de opioides aparte de las cicatrices intravenosas y el deterioro de los dientes. Mentalmente, he aprendido que tendré que enmendar las cosas que he hecho durante mi adicción activa, especialmente las que me he hecho a mí misma. Si no me ocupo de eso, mi mente seguramente saboteará todo lo que intente hacer para recuperarme. Se necesita mucha fuerza mental para estar limpio. He tenido que lidiar con problemas legales (¡ahora ya no estoy en libertad condicional!) e intentar encontrar trabajo sin mentir sobre mí, todo esto mientras trataba de aclimatarme nuevamente a la sociedad.
¿Cuándo consideró obtener ayuda para su trastorno por consumo de opioides? ¿Con quién habló de ello por primera vez?
Una vez que hablé sobre mi trastorno por consumo de opioides con otra persona, tuve que hacer algo al respecto, como preguntarme: "¿Quiero consumirlos o no?" Naturalmente, como adicta, mi respuesta siempre será que quiero. Se necesita fuerza y trabajo para decir no, y hasta entonces eso era lo contrario de lo que venía haciendo.
Cuando me di cuenta de que tenía un problema, recurrí a mi madre. Somos muy cercanas y su amor es “muy fuerte”, así que pensé que ella podría arreglarme. Pero nadie más que yo puede arreglarme, y fue muy injusto poner esa expectativa en ella. Le dejé saber cómo me sentía todos los días y se lo decía cada vez que consumía. No podíamos entender por qué continuaba consumiendo opioides si ya no quería hacerlo.
Siempre he sido una de esas personas que dice “yo puedo hacer cualquier cosa”. Compré una casa cuando tenía 22 años. Tengo tres títulos universitarios. Conseguí que mi seguro pagara un procedimiento de cirugía plástica electiva. Agradezco a mis padres por poner ese tipo de creencia en mí.
Así que todos quedamos desconcertados cuando en 2013, cuando tenía 33 años, me inyecté una droga mientras estaba al volante y sufrí una sobredosis. El auto se salió de la autopista, afortunadamente sin chocar con nadie. Literalmente le agradezco a Dios hasta el día de hoy por ese milagro. Cuando recuperé el conocimiento, un policía estaba golpeando mi ventana y había mucha gente alrededor de mi auto y dando sus declaraciones como testigos. Escuché a alguien decir mientras me llevaban: "¿Está drogada?" ¡Pero es tan bonita! Las drogas no discriminan. Se apoderan de los bonitos. Se apoderan de los feos. Ricos, pobres, viejos, jóvenes. Nadie es inmune a esto.
Terminé en rehabilitación donde les dije a los consejeros que ya no quería vivir así. En ese momento yo estaba en metadona para tratar el trastorno por consumo de opioides, y me desintoxicaron de todo. Salí de allí limpia. Durante casi siete años estuve en una recuperación de 12 pasos.
¿Por qué decidió buscar tratamiento para el trastorno por consumo de opioides?
Después de esos siete años, comencé a usar fentanilo [un opioide sintético potente] porque la heroína fue reemplazada en las calles por fentanilo. Me di cuenta de que el síndrome de abstinencia del fentanilo era significativamente peor que cuando consumía heroína. Sabía que las cosas empeorarían, así que entré en una clínica antes de que empeorara. También decidí dejar de consumir porque el suministro de droga no era constante. La calidad y los efectos eran menos predecibles que antes. ¡Una vez me sentí como si estuviera respirando gasolina por una semana! La experiencia del consumo cambió y ya no me gustaba.
¿Por qué decidió participar en los ensayos clínicos del NIH?
A finales de los años 90, solía viajar hasta Baltimore para drogarme y veía anuncios en la última página del periódico sobre ensayos clínicos de drogas. Sonaba bastante bien en ese entonces, pero tenía otras formas de conseguir dinero. *Cuando decidí buscar formas de ganar dinero honestamente, recordé estos anuncios y encontré el NIDA. Supe después del primer ensayo que eso era lo adecuado para mí.
¿Cuál fue su experiencia en los ensayos clínicos? ¿Cómo ha cambiado su vida desde entonces?
Cuando comencé el ensayo, estaba muy entusiasmada, pero no esperaba que los profesionales más amigables que jamás había conocido me trataran con tanta amabilidad y respeto. No soy tímida respecto a mi trastorno por consumo de opioides, por lo que tengo experiencia con una amplia gama de actitudes hacia los adictos. El NIDA tiene personas que saben cómo hacer que un adicto se sienta bienvenido y respetado. Los ensayos fueron divertidos e interesantes, no hubo sorpresas y todo se debatió desde el principio. Me alegré de ser parte de la ciencia moderna de la adicción, ¡y de que me pagaran por ello!
Califiqué para varios estudios, incluido un estudio de 21 días de internación donde pasé varios días de abstinencia moderada de la metadona. Todos los involucrados, desde los médicos jefes hasta los internos, fueron muy amables y trabajaron duro para hacerme sentir lo más cómoda posible. Conocí a algunas personas con las que me hice muy amiga y me vigilaban en la unidad de alojamiento donde estuve durante el ensayo clínico porque era un estudio con pacientes internos. Los estudios me permiten sentir que estoy contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor para las personas con trastorno por consumo de opioides. No hay muchas cosas buenas que puedan surgir de mi adicción, pero esto es definitivamente lo mejor.
Desde los estudios, me he involucrado en actividades productivas, entre ellas este artículo. Soy miembro de una Junta Asesora Comunitaria del NIDA que toma decisiones relacionadas con los estudios clínicos. También compartí mi historia en una conferencia del NIDA. Realmente estoy agradecida por todas las oportunidades que surgieron de los estudios en los que participé.
¿Cómo describiría su salud física y mental hoy?
Mi salud física hoy en día es bastante buena. Mi salud mental, por otro lado, no es tan buena. No estoy segura de si es por el trastorno por consumo de opioides o por algunas conclusiones a las que he llegado recientemente. Estoy pasando por algo de ansiedad debido a un trastorno de estrés postraumático. Estoy tomando una dosis alta de metadona y, en comparación con dejar los opioides por completo, creo que me deja mentalmente nublada y ansiosa. En una nota positiva, la metadona ha hecho que sea mucho más fácil controlar mi trastorno por consumo de opioides. Estoy muy agradecida de estuviera disponible cuando la necesité.
También veo a un consejera dos veces al mes. Me llevo bien con ella y nos reímos mucho. Me ha resultado extremadamente útil contar con ella para poder desahogarme y ella me ofrece una muy útil retroalimentación.
Estoy en un territorio nuevo en lo que respecta a cómo estoy lidiando con mi vida. Estoy luchando. Sería fácil volver a caer en el uso cotidiano para evitar aquello con lo que estoy lidiando, pero elegí subir en lugar de caer.
¿Qué le diría a otra persona con trastorno por consumo de opioides que pueda estar teniendo dificultades o considerando un tratamiento?
Lo que yo le diría es: usted no está sola. ¡Y asegúrese de no estar sola cuando esté consumiendo! Especialmente con la incertidumbre que existe sobre las drogas en el mercado, algunos pequeños ajustes en la forma de usarlas podrían significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Si está considerando un tratamiento, ¡mi mejor consejo es que lo intente! ¿Qué más tiene que hacer hoy? No se exija demasiado. Puede cambiar las cosas, pero dese el tiempo y el espacio para recuperarse y sanar.
Es un proceso muy interesante salir de la adicción activa y ver qué tipo de persona ha estado reteniendo con las drogas. Me he sorprendido más de una vez con las cosas que he logrado en la recuperación. Independientemente de lo que haya hecho en su adicción, usted no solo es rescatable, sino que es una persona fuerte y hermosa. No se rinda. Siga regresando.
¿Qué consejo le daría a una persona que quiera apoyar a alguien con trastorno por consumo de opioides?
Yo diría que busque su propia ayuda, especialmente si es muy cercana a esa persona. Usted tampoco está sola. He aprendido a través de los programas de 12 pasos que las personas que apoyan a los adictos necesitan apoyarse a sí mismas. Incluso hay grupos de apoyo para seres queridos.
No existe una única manera de ayudar a una persona con trastorno por consumo de opioides. Si necesita amar a alguien de lejos por su propia salud, hágalo. Algunas personas en mi vida me dejaron de lado mientras consumía, y eso luego se convirtió en una motivación para seguir limpia. Otras hicieron cosas que podrían llamarse “habilitantes”, pero me brindaron el único amor que sentí cuando estaba sola consumiendo. Y eso me ayudó a vivir un día más.
Si su persona con trastorno por consumo de opioides está consumiendo, observe cómo se siente usted ayudándola. Si se siente culpable o herido, busque ayuda. Si su persona está buscando recuperación o esta en recuperación, haga todo lo que pueda para ayudar. Sin embargo, de nuevo, preste atención a cómo lo está afectando.
¿Hay algo más que quiera compartir con nuestros lectores?
Hemos avanzado mucho en la comprensión de la adicción y me siento afortunada de poder presenciar los cambios positivos en la sociedad. Creo que participar en estos estudios y en el resto del trabajo que estoy haciendo está ayudando a que se produzcan estos cambios. Estoy muy agradecida por tener la oportunidad de convertir una parte tan devastadora de mi vida en algo maravilloso. Agradezco a todas las personas que me han permitido ayudar y, por supuesto, a mi familia por estar siempre ahí sin importar lo que haya hecho para lastimarlos. Gracias por permitirme enmendar mis errores. Dedico esta historia a mi difunto gato, McAdoo (2010–2024).
*Nota del editor: los ensayos de investigación de los NIH podrían ofrecer compensación (en inglés) a los participantes.