Ashli Brown tenía 29 años y estaba embarazada de seis meses cuando a esta residente de Chicago le diagnosticaron cáncer de seno en 2019.
A las 24 semanas de embarazo, sentí un bulto en el pecho izquierdo. Pensé que era una de esas cosas raras que ocurren con el embarazo, pero se lo mencioné a mi obstetra [médico especialista en el embarazo y el parto] en mi siguiente chequeo. Me dijo que definitivamente necesitaba una ecografía. Así que me hicieron una ecografía, una mamografía y luego una biopsia. Sabía que tenía cáncer de seno por la expresión en la cara del radiólogo incluso antes de recibir la confirmación en la llamada del día siguiente.
“Aunque sea difícil, ten el valor de hablar con tu médico sobre lo que sientes y asegúrate de que te escuche”.
- Ashli Brown
Las primeras dos semanas, mientras esperábamos más información, fueron bastante aterradoras. Nadie en mi familia había tenido cáncer, así que esto fue algo totalmente inesperado.
El médico me dijo que tenía carcinoma ductal invasivo en fase II. Había tres tumores, uno grande y dos muy pequeños. Lo primero que hice fue ir a Northwestern University, donde convocaron a un equipo de médicos para mí.
Como mi embarazo estaba tan avanzado, no querían operarme todavía, pero sí querían que sometiera a tres ciclos de quimioterapia. Yo no sabía que se podía hacer eso, pero el médico me dijo que había 20 años de investigación que demostraban que era seguro para el bebé. Para el noveno mes yo estaba calva y parecía una alienígena, pero llegué a las 40 semanas de embarazo, lo cual fue increíble. Me indujeron el parto y 24 horas después di a luz a un niño perfectamente sano.
Dos semanas más tarde, empecé cinco ciclos más de quimioterapia, seguidas de la mastectomía de mi seno izquierdo. Para sorpresa de mi médico, decidí no hacerme una reconstrucción mamaria. Había pasado tanto tiempo lejos de mi bebé tratando de recuperarme que decidí que no quería más operaciones. Para mí, fue la decisión correcta.
Sugerencias de Ashli a otras pacientes:
Encuentre un grupo de apoyo. Me uní a un grupo de apoyo de jóvenes con cáncer y sobrevivientes cuando todavía estaba embarazada, y juro que me salvó la vida. Tengo un buen sistema de apoyo en mi familia y mis amigos. Este es un privilegio del que muchos no gozan, pero el cáncer puede ser un lugar muy solitario. Hablar con otras personas que han tenido esta experiencia o que están en tratamiento o en remisión, realmente me ayudó. Formé algunas amistades maravillosas. También conocí a gente en línea que me ha ayudado. Una de las mejores cosas que puedes hacer para ti es encontrar una organización que pueda conectarte con otros pacientes.
Permítase sentirlo todo. El diagnóstico de cáncer es una experiencia emocional compleja. Hay días en los que te sientes feliz, hay días en los que estás abrumada y te cuesta salir de la cama, y hay días en los que estás con ira o afligida. Todo eso es normal. Una sobreviviente de cáncer me dijo: “Tienes derecho a sentirte triste, enojada o furiosa. Pero cuando el sentimiento ya no te sirva, libérate de él. Este es sólo uno de los capítulos de tu vida. No define quién eres. Tú eres más que el cáncer”. Esto realmente me ayudó a sentirme fuerte, positiva y esperanzada.
Hágase escuchar. Aunque sea difícil, tenga el valor de hablar con su médico sobre lo que siente y asegúrese de que le escuche. Por ejemplo, uno de los medicamentos me provocó neuropatía muy fuerte (dolor de nervios y debilidad muscular) en las piernas. Cuando lo mencioné por primera vez, me dijeron que era algo de esperar. Pero con la dosis más alta, tenía dificultad para caminar. Le dije a mi médico: “Necesito que me escuche y que me ayude. Tengo que ser capaz de atender a mi hijo”. Y me bajó la dosis.
Mantenga el sentido del humor. A nadie le gusta tener una enfermedad como el cáncer, pero ser capaz de reírse de esta experiencia puede ser muy útil. En Instagram, hay una cuenta en inglés, The Cancer Patient (@thecancerpatient, “El paciente con cáncer”) que narra de forma satírica la vida de un adulto joven con cáncer. El contenido a veces es un poco subido de tono, pero es muy divertido y a mi marido y a mí nos hizo reír, en lugar de llorar.