La doctora Nora Volkow ha sido la directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA) desde mayo de 2003. El NIDA apoya las investigaciones sobre los aspectos de salud del uso de drogas y la adicción. Como psiquiatra investigadora, la dra. Volkow usa imágenes cerebrales para estudiar cómo el uso de sustancias afecta el cerebro. Su trabajo ha ayudado a mostrar cómo la adicción es una enfermedad crónica que se aborda mejor con la prevención y el tratamiento en lugar de juzgar y castigar.
¿Qué la hizo querer estudiar la adicción y los trastornos por uso de sustancias?
Nací en México. Mi padre es químico, y siempre me gustó la medicina y la ciencia. He estado fascinada con la ciencia toda mi vida, particularmente con el cerebro. Mi familia tuvo una historia trágica relacionada con la discriminación y la vergüenza en torno al alcoholismo. Mi tío favorito tenía un problema con el alcoholismo, pero esto era un secreto de familia del que nadie hablaba. Me costó mucho entender ese silencio. Yo no lo supe hasta después, pero el padre de mi madre también era alcohólico que había intentado dejar de beber y terminó suicidándose.
Cuando estaba en la facultad de medicina, me frustraba ver que se ignoraban los problemas relacionados con el uso de sustancias. El plan de estudios abordaba los impactos físicos del alcoholismo pero no las causas de la adicción. Las personas con enfermedades mentales y adicciones tienen peores resultados que las que tienen una u otra, pero no se priorizaron los recursos para cuidar a las personas que luchan con estos dos problemas.
Entré en psiquiatría porque estaba fascinaba con el cerebro. Si alguien tiene un problema neurológico como la enfermedad de Alzheimer, se puede ver la enfermedad en el cerebro. Sin embargo, eso no aplica para los problemas de salud mental, y quería entender eso.
Durante la adicción, hay una desconexión entre lo que la persona quiere hacer y lo que es capaz de hacer. La necesidad de la droga se vuelve tan fuerte como la necesidad de comida u oxígeno, y la persona no puede dejar de consumir la sustancia aunque conscientemente no la quiera. Quería entender cómo algo tan poderoso se graba en el cerebro y qué sucede en el cerebro cuando alguien pierde el control sobre su comportamiento, incluso si en una exploración el cerebro parece normal.
Vi cómo la adicción afectó a mi familia y la vulnerabilidad que nos ocasionó. Quería entender cómo la vulnerabilidad genética afecta el cerebro y qué factores impulsan el comportamiento en la adicción, científicamente, pero también personalmente.
¿Qué la trajo al NIDA?
Cuando en los NIH me pidieron que presentara mi solicitud para el puesto [directora del NIDA], dijeron que tendría la oportunidad de desarrollar políticas impactantes. Esto fue atractivo porque yo quería abordar las formas en que nuestra sociedad y los sistemas de salud descuidan la adicción y trabajar para cambiar la criminalización de las personas que consumen drogas. Las investigaciones muestran que cuando las personas terminan en la cárcel o prisión, tienen mucha más posibilidad de presentar una sobredosis, morir o recaer. Criminalizar a las personas que consumen drogas ha creado un sistema estructuralmente racista que nos permite tratar a ciertas personas, en particular a los afroamericanos, peor que a otras.
¿Podría describir algunas de las principales iniciativas y estudios de investigación del NIDA?
Estamos llevando a cabo dos grandes estudios longitudinales que usan neuroimágenes [exploraciones del cerebro] para aprender sobre el desarrollo, el comportamiento y la salud del cerebro infantil. El estudio Cerebro SALUDable y el desarrollo infantil (HBCD, por sus siglas en inglés), (en inglés), sigue a un gran grupo de mujeres embarazadas y sus hijos en todo el país, desde el embarazo hasta la primera infancia, y el Estudio de Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (ABCD, por sus siglas en inglés), (en inglés), sigue a más de 11,000 niños de color en todo los Estados Unidos , desde los 9 o 10 años hasta la adultez temprana. Ambos estudios analizan qué factores en el entorno, los genes, la biología y las relaciones sociales de un niño, incluso la exposición a sustancias nocivas y factores estresantes, afectan el desarrollo del cerebro y el comportamiento. Esto nos dará una mejor comprensión de las cosas que hacen que sea más probable, o menos probable, que alguien desarrolle un trastorno por uso de sustancias para que podamos intervenir temprano y prevenir y tratar los resultados nocivos como la adicción más adelante en la vida.
Apoyamos las investigaciones para identificar y desarrollar nuevos tratamientos, incluidas las investigaciones sobre los efectos farmacológicos de diferentes medicamentos, lo que hacen en el cerebro, en las células, en los genes, para encontrar formas de adaptar terapias personalizadas. Estamos estudiando también formas de implementar tratamientos eficaces y de que los cubra el seguro.
Además, estamos muy involucrados en políticas e investigaciones traslacionales, para poder ofrecer intervenciones a diferentes comunidades (en inglés). ¿Cómo podemos aprender de lo que están haciendo otros grupos diversos para abordar esta crisis en sus comunidades? ¿Qué da resultado? ¿Qué no?
¿Cómo influyen las disparidades en la salud en el uso de sustancias y la adicción, y cómo aborda el NIDA las necesidades de las personas afectadas por estos problemas en comunidades desatendidas?
Hay disparidades en todas las áreas de la salud, especialmente en torno al consumo de sustancias. Lo que es exclusivo de la adicción es cómo se relaciona con la criminalización. Estar en la cárcel o prisión interfiere con la salud física y emocional, dificulta conseguir un trabajo, perturba a las familias y destruye la autoconfianza. En el NIDA estamos tratando de abordar estos problemas.
Por un lado, tenemos la Red de mejoras dentro del sistema judicial para la comunidad de usuarios de opioides (JCOIN, por sus siglas en inglés), (en inglés) que forma parte de la iniciativa más amplia de los NIH Cómo ayudar a terminar con la adicción a largo plazo (HEAL, por sus siglas en inglés) (en inglés). JCOIN prueba estrategias para mejorar el acceso a tratamiento y atención de alta calidad para personas con trastorno por uso de opioides en entornos judiciales.
Otra de nuestras prioridades de investigación para ayudar a abordar las disparidades de salud es llevar a cabo estudios a gran escala como el ABCD que nos permiten observar el desarrollo del cerebro y los resultados de salud a lo largo plazo en niños que provienen de entornos desfavorecidos. Sabemos que los ingresos son un factor clave y, en promedio, las personas de color tienen ingresos más bajos que los blancos norteamericanos. Es menos probable que estas familias tengan acceso a una buena atención médica y alimentos nutritivos, y los padres a menudo trabajan turnos adicionales, lo que puede afectar la calidad del sueño.
Comprender cómo los entornos estresantes y las experiencias como la discriminación en la escuela o la vida inestable en el hogar impactan las diferencias en el cerebro y la salud de los niños nos permitirá desarrollar intervenciones más eficaces para prevenir y tratar el uso de sustancias y la adicción. Queremos ir más allá en nuestra investigación, pero también queremos promover tratamientos que sean sostenibles y asequibles para las personas que los necesitan.
¿Cómo afecta el estigma la salud, el tratamiento y el bienestar de las personas con trastornos por uso de sustancias? ¿Cómo afecta sus redes y comunidades?
El estigma se filtra en todos los niveles, y afecta el sufrimiento individual y comunitario, el sistema de atención médica y la cobertura del seguro médico.
Las personas, las familias y las comunidades interiorizan el estigma en torno al consumo de sustancias. Es algo de lo que a todo el mundo le da vergüenza hablar y que se interpone en el camino de las personas para obtener la ayuda que necesitan. Esto ha creado un sistema de atención médica que no brinda los recursos para tratar la adicción y compañías de seguros que no pagan por tratamientos eficaces.
¿Por qué está tratando de cambiar el nombre del instituto a Instituto Nacional sobre las Drogas y la Adicción?
El lenguaje es la ventaja más destacada que tenemos los humanos sobre los animales porque nos permite crear. Usamos el lenguaje para crear realidades compartidas y para crear identidades. Es la forma de comunicarnos entre nosotros, y las palabras mismas son poderosas. Respondemos emocionalmente a una palabra en función de nuestra asociación con ella, y de hecho podemos ver esto en el cerebro, donde ciertas palabras activan el cuerpo amigdaloide cerebral [la parte del cerebro que nos prepara para responder a las amenazas].
Llamamos a las personas que usan drogas “abusadoras”, pero la palabra “abuso” tiene asociaciones muy negativas. Entonces, nuestro cerebro conecta ese término con otros términos como “abuso sexual” y “abuso físico”, lo que crea una opinión negativa de esa persona.
¿Cómo ha contribuido la pandemia de COVID-19 al aumento del consumo de sustancias, las sobredosis y las muertes, y qué otros factores están en juego?
La pandemia ha causado un enorme estrés e incertidumbre en las personas; las personas han perdido sus hogares, trabajos y seres queridos, y este estrés contribuyó al aumento del consumo de drogas. También estresó el sistema de salud. Los servicios comunitarios, los departamentos de emergencia y los programas de tratamiento con metadona se vieron abrumados o se cerraron, lo que dificultó que las personas obtuvieran servicios y tratamiento.
Y para completar, los opioides sintéticos como el fentanilo se volvieron mucho más disponibles. El fentanilo es 50 veces más potente que la heroína y puede ser mortal incluso en dosis bajas. Originalmente, se usaba para contaminar la heroína, pero ahora aparece en drogas como la cocaína, las metanfetaminas y las pastillas recetadas falsificadas e ilegales, lo que pone a más personas en riesgo de sufrir una sobredosis.
Entonces, a medida que las personas usan más drogas, las drogas mismas son mucho más fuertes y peligrosas que en el pasado.
¿Cuáles son los próximos pasos más importantes para abordar la crisis de la sobredosis?
Esta crisis no va a desaparecer por sí sola. Requiere un enfoque multifacético y personalizado para las intervenciones dirigidas a diferentes etapas.
Primero, necesitamos educar al público sobre el fentanilo. Esto incluye educación personalizada que es un hecho y relevante para comunidades específicas.
Además, debemos ofrecer tratamientos e intervenciones que protejan a las personas de las sobredosis. Esto incluye dar prioridad a la salud del comportamiento y capacitar a los médicos para detectar el uso de sustancias.
¿Cuáles son las cosas más importantes que cree que las personas deben saber sobre el uso de sustancias y la adicción que quizás aún no sepan?
Los trastornos por consumo de sustancias son tanto una enfermedad cerebral crónica como un problema social. Los factores sociales (en inglés), [cosas como acceso a alimentos y transporte, vivienda segura, educación, violencia y apoyo social] tienen el poder de crear condiciones que hacen a las personas vulnerables al uso de sustancias y la adicción, y también tienen el poder de facilitar la recuperación. Sin embargo, esto no borra el hecho de que la adicción es una enfermedad crónica del cerebro.
La adicción es tratable, pero debemos tratarla como una afección crónica. Provoca cambios a largo plazo en el cerebro que se ven agravados por cambios en el comportamiento. Estos cambios no se revierten al dejar de consumir drogas. Cuanto más tiempo esté alguien en tratamiento, menor la probabilidad de recaída; eventualmente, la mayoría de las personas lograrán la remisión [cuando la persona ya no es dependiente de la sustancia].
Las personas más vulnerables pueden ser aquellas socialmente desfavorecidas, y es intolerante pensar que las personas consumen drogas por gusto.. Por ejemplo, uno ve personas sin hogar con altas tasas de consumo de tabaco y alcohol y con altas tasas de sobredosis. Estos individuos no tienen nada, y muchos de ellos consumen drogas como una forma de escape, para sentirse mejor, porque no tienen otra opción. Además, muchos están luchando con otras enfermedades mentales. En lugar de estigmatizar a las personas diciendo que este comportamiento es una elección, debemos preguntarnos qué podemos hacer para ofrecer comportamientos alternativos, recursos y apoyo para que todos tengan opciones reales.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Me encanta explorar el mundo. Me encanta correr y caminar, y me encanta leer. Los libros le permiten a uno entrar al cerebro de otra persona y explorar la singularidad que allí hay.