El director del Instituto Nacional del Ojo (NEI), el doctor Michael F. Chiang, comenzó su cargo durante un momento extraño en el mundo: en noviembre de 2020, las protestas por la desigualdad racial continuaban en todo el país, y la nación se preparaba para la ola invernal del COVID-19 que afectaría desproporcionadamente a las personas de color.
El Dr. Chiang ha trabajado incansablemente para satisfacer las necesidades de nuestra comunidad, reorganizando la misión y la estrategia del NEI para garantizar que la investigación del instituto sea accesible a quienes más la necesitan. La revista MedlinePlus de los NIH charló con él para ver cómo han cambiado las cosas casi dos años después de asumir el cargo.
Usted ha sido un gran defensor de la DEIA (diversidad, equidad, inclusión y accesibilidad) en los NIH. ¿Qué es lo que le apasiona?
Mis padres se trasladaron a este país desde Taiwán a finales de la década de 1960, unos años antes de que yo naciera. Nací en Pittsburgh y, cuando tenía dos años, nos trasladamos a Detroit porque mi padre consiguió un trabajo en la Ford Motor Company. Básicamente pasé todos los años de formación de mi infancia en Michigan, que en aquella época no era un lugar donde hubiera mucha gente que se pareciera a mí.
Cuando me formé en oftalmología a finales de los años 90 y principios de los 2000, apenas había profesores de oftalmología de ascendencia asiática. Eso está cambiando ahora, pero realmente me hizo apreciar la importancia de tener modelos de conducta y de contar con personas que se parezcan a uno en puestos de supervisión o liderazgo.
Quiero ser capaz de hacer eso, especialmente para la gente más joven que viene de orígenes diferentes, y eso va a requerir algún trabajo en el mundo en el que vivimos. Considero que estamos avanzando en ese aspecto en comparación con cuando yo era más joven, pero creo que podemos hacer mucho más en este sentido.
¿Cuáles son algunos de los esfuerzos en este sentido que le gustaría ver implementados en los NIH o en otros lugares?
Creo que esta pandemia ha puesto de manifiesto que tenemos muchas disparidades en la atención de salud en Estados Unidos y que hay lugares en este país, tanto en zonas urbanas como rurales, que están realmente desatendidos desde el punto de vista médico. Podemos tener la mejor ciencia del mundo, pero si no llega a las personas que más la necesitan, no es ni lejanamente útil.
Hay muchas enfermedades en este país que afectan desproporcionadamente a ciertas poblaciones que son las más desatendidas médicamente. Con respecto a las enfermedades oculares, por ejemplo, el glaucoma afecta de forma desproporcionada a los pacientes de raza negra e hispanos. Desde el punto de vista de la prestación de cuidados, es importante contar con personas en el sistema de salud con las que los pacientes puedan identificarse.
Desde el punto de vista científico, a menudo hablamos de lo importante que es el trabajo interdisciplinario, en el que personas con distintas formaciones académicas colaboran entre sí para pensar de forma innovadora y desarrollar ideas que no habrían tenido por sí solas. Creo que un aspecto a menudo subestimado es que las personas provenientes de diferentes entornos tienen visiones diferentes del mundo, por lo que es muy importante contar con una diversidad de personas que trabajen juntas en estos proyectos y aporten nuevas ideas.
Usted ha convertido esos cambios en una piedra angular del NEI a través de una nueva declaración de misión . ¿Cómo se produjo ese cambio?
Cuando empecé en este cargo, una de las primeras cosas que hice fue examinar detenidamente nuestra misión. Solía pensar que las declaraciones de misión eran herramientas utilizadas por burócratas y contadores de frijoles, pero he visto de primera mano el impacto que pueden tener en una organización cuando se utilizan para crear un derrotero.
La declaración de nuestra misión no había cambiado desde que el NEI comenzó en 1968. Tenía que ver con la protección y la prolongación de la visión y con la atención a las necesidades especiales de las personas con discapacidad visual. Pasamos meses analizando esto con las partes interesadas dentro y fuera del NEI, y llegamos a nuestra nueva misión: Eliminar la pérdida de visión y mejorar la calidad de vida mediante la investigación de la visión.
La visión es muy importante para las personas. Las encuestas han demostrado que quedarse ciego es extremadamente estresante y una fuente de ansiedad y depresión para muchos pacientes. La visión es una de las principales formas de experimentar el mundo; es una importante puerta de entrada a las emociones humanas. Y todos y cada uno de nosotros desarrollaremos un problema de visión, incluidos los defectos de refracción y las cataratas, si vivimos lo suficiente.
Creo que es realmente importante enfatizar que las investigaciones que hacemos en el NEI no solamente se realizan con la intención de publicar trabajos o de luchar contra las enfermedades; en definitiva, tratamos de luchar por las personas que tienen esas enfermedades y por mejorar su vida. Por eso, en la declaración de nuestra misión se ha incluido la frase “mejorar la calidad de vida”. A medida que las personas viven más tiempo, creo que es más importante que nunca enfocarse en la calidad de vida.
Tenemos cuatro puntos que nos dicen exactamente cómo vamos a cumplir nuestra misión: impulsar la investigación innovadora; fomentar la colaboración; reclutar, inspirar y adiestrar a diversas personas de talento; y educar a las personas sobre lo que hacemos y por qué es importante.
¿Por qué cree usted que la investigación del NEI es importante para nuestra sociedad moderna cuando ha habido tantas mejoras en el tratamiento de la visión?
La investigación sobre la visión ha tenido un impacto realmente enorme en el campo científico en lo que se refiere a la investigación metodológica, que podemos aplicar a otras partes del cuerpo y a otros campos. Por ejemplo, el primer sistema autónomo de inteligencia artificial se empleó para la enfermedad ocular causada por la diabetes porque hay tantos datos que podemos recopilar al estudiar los ojos en comparación con otros sistemas. La primera genoterapia aprobada por la FDA para una enfermedad heredada [transmitida de padres a hijos] fue para la degeneración de la retina [una enfermedad ocular que causa desintegración de la retina] que deja ciegos a los bebés, porque esa terapia se puede analizar y aplicar con mucha precisión en los ojos.
Usted fue ingeniero antes que médico. ¿Qué hizo que se interesara por la ciencia y qué lo hizo pasar a la medicina?
Crecí en una familia en que casi todos eran ingenieros. Los juguetes que tuve cuando era niño solían tener una estructura de soporte de ingeniería y mi padre era el ingeniero estereotípico que no podía dejar de desarmar todos los dispositivos mecánicos o eléctricos para mejorarlos… aunque a menudo los dejaba en peores condiciones.
Cuando entré a la universidad, nunca pensé seriamente en estudiar una cosa que no fuera ingeniería eléctrica. Me fascinaba. Fui a la Universidad de Stanford en Silicon Valley a finales de los años ochenta y comienzos de los noventa y era un lugar muy interesante. Pasé un verano trabajando para una empresa emergente que fabricaba máquinas de ultrasonografía cardíaca y pasé otro verano trabajando en un laboratorio en la facultad de medicina, donde mi trabajo era redactar programas de computación para analizar imágenes de máquinas de ultrasonografía cardíaca para diagnosticar enfermedades del corazón.
Me fascinaba poder construir una máquina y tratar a la gente con ella. Eso hizo que quisiera entrar al campo de la medicina. Pensé que construiría máquinas y las emplearía para tratar a la gente. En un principio quería ser neurocirujano porque pensaba que podría modelar el cerebro con dispositivos de computación y también operar con esos dispositivos. Encontré un laboratorio en la división de investigación quirúrgica en el Hospital General de Massachusetts en Boston, y se trataba de trabajo en la retina de conejos. Después de trabajar en el laboratorio por casi tres años, quedé fascinado con la ciencia de la visión y decidí ser oftalmólogo.
¿Cuáles son algunas de sus cosas favoritas de su trabajo en los NIH?
Lo que me motiva es la esperanza de marcar una diferencia. No sé si hay otro lugar del país donde tenemos la posibilidad de causar tanto impacto en amplia escala. Lo que hacemos les llega a personas de todo el país y posiblemente de todo el mundo. Eso es enormemente asombroso y es una enorme responsabilidad.
¿Qué le gusta hacer en sus horas libres?
En agosto, cumpliré 25 años de casado y tengo dos hijas. Como mucha otra gente, lucho por equilibrar el trabajo y la vida privada, pero una de las cosas que he hecho siempre es cenar en familia todas las noches. Viajo mucho y, a veces, llego tarde o los chicos llegan tarde a la casa y puede ser estresante juntarnos todos. Pero siempre me ha fascinado conectarme con mi familia durante la cena. Además, mis dos hijas participan mucho en deportes y yo he pasado mucho tiempo practicando con ellas o mirando desde la barrera.