En Estados Unidos, más de 115 personas mueren cada día por una sobredosis de opiáceos, un número cuatro veces mayor que hace 20 años.
Esto se ha convertido en una crisis de salud pública gravísima. En 2018, el Congreso duplicó los fondos de investigación sobre el abuso de opiáceos y las adicciones en los NIH a casi $1.100 millones.
El lanzamiento de HEAL
En abril de 2018, los NIH lanzaron una iniciativa de investigación llamada HEAL, cuyas siglas en inglés significan "Ayudando a acabar con la adicción a largo plazo".
Las agencias gubernamentales, entre ellas, los NIH, están buscando nuevas maneras de combatir la epidemia de opiáceos. Los investigadores de HEAL buscan mejorar los tratamientos del uso indebido de opiáceos y la adicción, y el manejo del dolor.
"Hemos aprendido mucho sobre la neurociencia del dolor, y lo que aún no se ha investigado a fondo", dice Francis S. Collins, M.D., Ph.D., el director de los NIH. "En vista de la crisis nacional que enfrentamos con los opiáceos, podemos mejorar nuestra colaboración con la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) y otras agencias de investigación".
Crisis de opiáceos: De mal en peor
¿Cómo comenzó la crisis de opiáceos?
Una teoría común entre los científicos es que la crisis de opiáceos comenzó en la década del 90 porque muchos médicos recetaban estos medicamentos de manera excesiva para tratar el dolor.
"En un período de 20 años, la adicción a opiáceos se convirtió en un problema cada vez más prominente", dice el Dr. Collins. "Cuando las personas pasaron a depender de los opiáceos, tuvieron que seguir tomándolos para evitar los síntomas de abstinencia y necesitaron dosis cada vez más altas para lograr el efecto deseado".
Mientras tanto, la heroína, un tipo de opiáceo ilegal en los Estados Unidos, se volvió más barata y fácil de conseguir. Por esto, algunas personas empezaron a usar heroína en lugar de los medicamentos opiáceos recetados.
"Lo más trágico es que luego aparecieron los opiáceos sintéticos, que son 100 veces más potentes que la heroína, y la gente se está exponiendo al riesgo en todo el país", dice el Dr. Collins.
La heroína es un derivado natural de las plantas opiáceas, pero ahora hay opiáceos sintéticos que son más comunes y más mortales.
Un enfoque comunitario
Uno de los principales proyectos de los NIH que la iniciativa HEAL financiará es el estudio "HEALing Communities" (que significa comunidades de curación).
La meta del proyecto, que se lanzará en 2019, es responder a la crisis de opiáceos mejorando los tratamientos del dolor y la adicción, y reduciendo las muertes por sobredosis.
"Queremos responder de manera responsable a las necesidades de los pacientes que sufren de dolor", dice la Dra. Nora Volkow, directora del Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas de los NIH. "Actualmente medimos el dolor con una escala del 1 al 10. Esto nos indica la intensidad del dolor, pero no predice el éxito".
La Dra. Volkow está investigando nuevos tipos de fármacos para el dolor, y realizando estudios destinados a mejorar el acceso a programas de tratamiento de adicciones de alta calidad y basados en evidencia. Los programas se pondrán a prueba en varios ambientes comunitarios (atención médica, salud mental y justicia penal) para evaluar el efecto del tratamiento asistido con medicación, del tratamiento a largo plazo, y de un mayor acceso a los servicios de apoyo a la recuperación.
"Por ejemplo, en las cárceles seguimos modelos para tratar a las personas adictas, pero queremos asegurar que reciban servicios cuando estén por salir de la cárcel, antes de reinsertarse en la comunidad", explica la Dra. Volkow.
La importancia de comprender el dolor
Como el dolor es un elemento tan importante de la crisis de opiáceos, HEAL explorará maneras nuevas, no adictivas, de tratar a los casi 25 millones de estadounidenses que sufren diariamente de dolor crónico.
Esto incluye investigar la manera en que el dolor leve se convierte en dolor crónico, por qué el dolor crónico aumenta la probabilidad de uso indebido de opiáceos, y por qué algunas personas tienen dolor crónico y otras no.
La iniciativa investigará la biología del dolor, hará estudios clínicos y colaborará con compañías farmacéuticas y con la FDA para encontrar mejores tratamientos para el dolor que no sean adictivos.
Nuevas maneras de pensar en la adicción
Además de investigar la adicción a opiáceos y el manejo del dolor, los NIH y la comunidad médica más amplia están tratando de replantear nuestras maneras de pensar acerca de los opiáceos. El primer paso es eliminar el estigma en torno a la adicción.
"La experiencia de adicción es una enfermedad", dice el Dr. Collins. "Causa cambios en el cerebro que no se pueden superar sólo a fuerza de voluntad".
Y agrega que los adictos necesitan tratamiento y que hay que considerarlos como personas que han caído en esta situación y que necesitan ayuda.
"No los estigmaticemos", dice el Dr. Collins. "De lo contrario, nunca lograremos que consigan la ayuda que necesitan."