Desde que aparecieron las primeras noticias del SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) han encabezado la investigación destinada a comprender el virus, a tratar y proteger a las personas; y a examinar su impacto más amplio en nuestra salud y en la de las comunidades.
El director de los NIH, Francis S. Collins, M.D., Ph.D., habló de las maneras en que los más de 40,000 empleados de la agencia y la comunidad de investigación más amplia han respondido a todo, desde las vacunas y las pruebas hasta la salud mental y las disparidades en el acceso a la salud. También adelanta lo que hay en el horizonte para la investigación sobre COVID-19 y las maneras en que los NIH se están comenzando a preparar para las futuras pandemias.
¿Cómo difunden los NIH las pruebas y la vacunación en las comunidades de todo Estados Unidos, especialmente en las poblaciones subatendidas y vulnerables que tienen más probabilidades de sufrir las consecuencias de la pandemia de COVID-19?
Los afroamericanos, los latinos y los nativos americanos han sufrido una carga indebidamente grave de esta terrible pandemia y tenemos que hacer todo lo posible, a través de la investigación, para comprender cómo podemos intervenir y brindar asistencia.
En cuanto a los estudios clínicos, queremos estar seguros de que cuando probemos un tratamiento o una vacuna, las intervenciones se pongan a prueba en todas las comunidades, incluso en las más vulnerables. Nos hemos esforzado mucho por incluir esa participación de la comunidad, para que los grupos más afectados tengan la oportunidad de recibir respuestas y consideren la posibilidad de unirse. En vista de esta situación de emergencia, no sido fácil, pero creo que hemos logrado avances reales.
Quiero decir que una gran parte del reconocimiento por este esfuerzo corresponde a los institutos de los NIH que aceptaron responder a este desafío, especialmente a Gary Gibbons [M.D.], del Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre; y a Eliseo Pérez-Stable [M.D.], del Instituto Nacional de Salud de las Minorías y Disparidades en Salud. Ellos también codirigieron la Alianza de Participación Comunitaria contra las Disparidades del COVID-19 (CEAL por sus siglas en inglés), que busca corregir la información errónea sobre COVID-19, así como generar confianza en estas comunidades tan afectadas, fomentando el compromiso de sus líderes a fin de escuchar realmente sus preocupaciones y responder al escepticismo.
En cuanto a las pruebas, una de las razones por las cuales esta enfermedad ha afectado tanto a las comunidades [subatendidas] es la falta de acceso real a pruebas en los puntos de atención. Por ejemplo, el no poder decirle a alguien que "Sería mejor que no vaya a trabajar hoy porque está infectado con el virus y si sale, lo puede seguir propagando". Organizamos un programa llamado Aceleración rápida de los diagnósticos en poblaciones subatendidas, RADx-UP (en inglés), que ya está en funcionamiento. Concedimos más de 60 subvenciones [de financiación] para lograr este tipo de compromiso de la comunidad y facilitar el acceso a las pruebas. Podremos evaluar la recepción que tuvo el acceso a las pruebas y la forma en que esto tal vez cambie el curso de la propagación en la comunidad.
¿Puede describir el programa "Acelerar las Intervenciones Terapéuticas y las Vacunas contra COVID-19" (ACTIV)?
En marzo de 2020, los esfuerzos por encontrar tratamientos incluían muchos estudios pequeños y cientos de ideas sobre posibles agentes terapéuticos. Pero no había un proceso de priorización ni una forma coordinada de probarlos en estudios clínicos bien diseñados, aleatorizados y controlados con placebo, todo lo cual es necesario para que la respuesta sea realmente confiable. Pero eso no era lo que hacía falta para la peor pandemia en 102 años.
Llamé a muchos colegas del mundo académico y de la industria, y en muy poco tiempo reunimos un grupo para considerar si todos estos sectores podían convertirse en socios reales de este esfuerzo. Tras una conversación inicial positiva, la asociación tardó sólo dos semanas en convertirse en realidad. Se llama ACTIV (en inglés). Un centenar de personas ha participado intensamente en ella, la mitad de la industria y la otra mitad de la administración y del mundo académico. Dejaron de lado prácticamente todo lo que estaban haciendo. Se organizaron en cuatro grupos de trabajo muy intenso en torno a asuntos preclínicos, clínicos, estudios clínicos y vacunas. La Fundación de los NIH gestionó el programa de forma experta, lo cual hizo que todo marchara sobre ruedas.
Todo esto nos ha permitido descartar muchos tratamientos, lo cual es realmente importante, así como descubrir tratamientos que dan resultado: remdesivir, dexametasona, heparina en dosis altas para pacientes hospitalizados, y anticuerpos monoclonales para pacientes ambulatorios. Es un menú bastante impresionante, pero no alcanza. Todavía estamos en ello un año después porque esto no ha terminado y queremos probar todas las ideas.
¿Cómo responde la investigación de los NIH al tema de la salud mental?
La pandemia de COVID-19 ha creado problemas en todo el mundo, y Estados Unidos no es una excepción. Todo el mundo ha sido afectado, ya sea por la enfermedad, propia o de un familiar, por las dificultades económicas que les ha causado a tantos, o por las consecuencias del aislamiento y de estar en una situación que nadie esperaba que fuera parte de nuestra vida cotidiana, pero ahora lo es. En estas circunstancias, es imposible no [ver] que una consecuencia importante de la pandemia de COVID-19 es [su impacto en] la salud mental. Las encuestas han demostrado que la inmensa mayoría de las personas siente un estrés considerable.
Los NIH, por supuesto, tienen un instituto dedicado enteramente a estos temas, el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH, por sus siglas en inglés), que se ha esforzado por difundir información y recursos útiles para las personas con ansiedad, depresión y miedo.
Esta no será la última pandemia, así que tenemos que identificar lo que podemos aprender de esto y qué tipo de intervenciones serían más útiles para aquellos que tienen esta clase de dificultades, ahora y en el futuro. Entonces, además de las vacunas y los medicamentos que podrían ser eficaces, hay que lograr que los problemas de salud mental reciban el mismo tipo de atención, y nos estamos esforzando por lograrlo. El director del NIMH, Josh Gordon [M.D., Ph.D.]; ha estado al frente y al centro de este esfuerzo, ayudando a diseñar la próxima generación de estudios de investigación sobre la pandemia en el NIMH.
Muchas personas han estado trabajando sin descanso en la vacuna y en otras investigaciones sobre COVID-19. ¿Quiénes son algunos de los héroes de los NIH que han sido parte de este proceso?
¡Hay tantos! Algunos de los primeros que me vienen a la mente son los del Centro de Investigación de Vacunas de los NIH, quienes dentro de las 24 horas de publicarse la secuencia del genoma del SARS-CoV-2 comenzaron a diseñar la vacuna. Se basaron en su trabajo de muchos años, crear una vacuna con ARN mensajero. Luego colaboraron con la empresa Moderna. Y a los 63 días de la publicación inicial de la secuencia genómica del virus, el primer paciente ya estaba recibiendo una vacuna de fase 1. Entre esos héroes del Centro de Investigación de Vacunas también están Kizzmekia Corbett [Ph.D.], Barney Graham [M.D., Ph.D.] y John Mascola [M.D.], quienes encaminaron ese esfuerzo bajo la hábil dirección de Tony Fauci [M.D.]. Y miren adónde hemos llegado.
Tengo que mencionar al Dr. Fauci como uno de nuestros héroes no sólo por su liderazgo científico, sino también por la manera en que le habla sin miedo al público y brinda información basada totalmente en la evidencia y la verdad.
Muchos otros han actuado de forma heroica. En todos los institutos de los NIH, la gente suspendió la investigación que estaba realizando y avanzó en nuevas direcciones para descubrir lo que se necesitaba saber.
¿Cómo pueden los NIH anticipar y prevenir las pandemias del futuro?
Tenemos que aprender las lecciones de esta terrible experiencia para estar lo más preparado posible para otra pandemia. Y ya estamos considerando las lecciones posibles. Algo que no hicimos esta vez, por la falta de tiempo, fue crear una variedad de medicamentos antivirales muy potentes que puedan actuar de maneras muy específicas contra este coronavirus. Tenemos que impulsar esto ahora mismo y ya hemos iniciado este proceso.
Creo que también aprendimos cosas muy interesantes sobre cómo hacer ciencia de forma acelerada. Un ejemplo es la creación de pruebas diagnósticas nuevas. En abril de 2020, el Congreso nos pidió que hiciéramos todo lo posible con las nuevas tecnologías para diagnosticar COVID-19 en cuestión de minutos. Ese programa se llamó Aceleración rápida de los diagnósticos, RADx (en inglés). Y lo que Bruce Tromberg [Ph.D.] y su equipo del Instituto Nacional de Imágenes Biomédicas y Bioingeniería (NIBIB, por sus siglas en inglés) hicieron, que nunca antes se había hecho, fue convertir a los NIH en una organización de capital de riesgo. Dijimos, "Muy bien amigos, tenemos dinero y contamos con expertos. Aporten sus mejores ideas sobre cómo se podría desarrollar ese tipo de tecnología". Hasta la fecha, hemos impulsado no menos de 28 tecnologías totalmente nuevas de diagnóstico de la COVID-19, incluyendo las primeras pruebas para el hogar. Esto permite hacer unos dos millones de pruebas por día.
¿Qué le gustaría que más personas supieran sobre los NIH?
Si usted oye de un avance importante en la investigación sobre el cáncer o sobre nutrición o diabetes, o un descubrimiento de ciencia básica sobre el cerebro, si se produjo en una institución académica de Estados Unidos, lo más probable que haya sido financiado por los NIH. Ojalá todo el mundo supiera que el dinero de los contribuyentes es lo que permite estos avances en todos los ámbitos que, en las últimas décadas, han mejorado tanto la vida y la supervivencia.
Tampoco creo que muchas personas sepan que tenemos el hospital de investigación más grande del mundo, el Centro Clínico de los NIH (en inglés), donde han ocurrido hitos importantísimos, como la primera quimioterapia, el primer tratamiento génico humano, el descubrimiento del litio y la ketamina para el tratamiento de la depresión, y tantos más. Es un lugar increíble. Las personas que trabajan allí están totalmente dedicadas a encontrar respuestas para [responder] al sufrimiento humano. Por eso nos gusta decir que somos no sólo los Institutos Nacionales de la Salud, sino también los Institutos Nacionales de la Esperanza.
Esta entrevista fue editada por razones de brevedad y claridad.