Alison Lee es una luchadora. En sus escasos 35 años de vida, ha tenido que lidiar con lupus, insuficiencia renal y cáncer.
Le diagnosticaron lupus cuando tenía 16 años. El lupus es una enfermedad en que el sistema inmunitario ataca por error las células y tejidos saludables del propio cuerpo. Puede causar daño en los riñones y llevar a insuficiencia renal.
Sin embargo, Alison no tuvo síntomas graves de lupus hasta que tenía 25 años y empezó a tener anemia (pocos glóbulos rojos en la sangre), dificultad para respirar y problemas de corazón.
En ese momento vivía en la ciudad de Nueva York y hacia las cosas típicas de una persona de 20 años: trabajaba, pasaba tiempo con amigos y disfrutaba de la vida.
Insuficiencia renal
Sin embargo, en 2014 las cosas empeoraron cuando el lupus empezó a dañarle los riñones. Ella recuerda que se sentía muy cansada y débil.
"Cuando iba a cenar a la casa de unos amigos que vivían cerca, tenía que sentarme en un banco a descansar porque no podía caminar más de tres cuadras", dice Alison.
También notó que orinaba menos. Los riñones le habían empezado a fallar. Recuerda que se sentía agotada y que pasaba mucho tiempo en el hospital.
"A veces no orinaba nada durante el día. Sabía que algo no andaba bien", cuenta Alison.
Finalmente, en 2014 se sintió tan enferma que decidió dejar de trabajar. En 2015, empezó un tratamiento de diálisis renal porque sus riñones no funcionaban bien.
"Como había tenido problemas del corazón por tantos años, los médicos me dijeron que no estaba en condiciones de recibir un trasplante de riñón", recuerda Alison.
"La diálisis fue muy difícil para mí. Al principio era como un trabajo de tiempo completo, porque había que sacar el líquido del cuerpo y volverlo a administrar cada cuatro a seis horas. Era difícil tener una vida normal", añade.
Sin embargo, la diálisis mejoró considerablemente la salud de Alison.
La preparación para el trasplante
Después de seis meses de diálisis, estaba suficientemente sana para recibir un trasplante. La evaluaron para ver si era candidata y pidieron que sus familiares se hicieran pruebas para ver si podían ser donantes.
A la hora de encontrar un donante, Alison tuvo mucha suerte. Su madre, su hermana y su hermano se ofrecieron como donantes.
"Mi madre, por supuesto, siendo como es, dijo que ella sería la donante", explica Alison.
Su madre no aceptó que fuera de otra manera. "Es muy generosa y siempre me ha ayudado con todos mis problemas médicos", agrega Alison.
A pesar de sus temores, Alison dice que el entusiasmo por la posibilidad de un futuro saludable pesó más que sus preocupaciones sobre la operación.
"La experiencia del trasplante fue sencilla y fácil. El hospital quería asegurarse de que yo comprendiera todo lo que iba a suceder con el trasplante y en la etapa posterior", dice Alison. "Yo estaba más entusiasmada ante la posibilidad de una cura que asustada de la operación".
Al despertarse de la cirugía, Alison tuvo que orinar mucho y eso era un buen signo. Quería decir que el riñón funcionaba bien. Los análisis de sangre también dieron buenos resultados.
La madre de Alison, que en ese momento tenía más de 60 años, también se recuperó bien. Apenas tres días después de la operación ya estaba otra vez en pie y cuidando a su hija.
Una recuperación difícil
Aunque el trasplante se llevó a cabo sin problemas, la recuperación de Alison no fue fácil.
Un mes después de la operación, descubrió un bulto detrás de la oreja. Le diagnosticaron linfoma, un cáncer de los ganglios linfáticos. Aunque esta complicación es poco común, uno de los medicamentos para prevenir el rechazo del riñón donado hizo que un linfoma de crecimiento lento que Alison tenía desde antes del trasplante se transformara en un linfoma más agresivo.
"Es raro que esto suceda, pero como yo tenía antecedentes de un linfoma de crecimiento lento, sabía que este era un riesgo. Mientras me recuperaba del trasplante, me tuvieron que hacer biopsias y administrar quimioterapia por cuatro meses", dice Alison.
A pesar de la difícil recuperación combinada con quimioterapia, la actitud positiva de Alison y el apoyo de su familia la ayudaron en cada paso del tratamiento. Un beneficio inesperado de la quimioterapia fue que hubo menos rechazo del riñón trasplantado. "La quimioterapia fue sorprendentemente beneficiosa para mi trasplante. Me dieron mucho líquido y eso ayudó a que el nuevo riñón se mantuviera hidratado. Además, la quimioterapia básicamente suprimió mi sistema inmunitario y, de esta manera, impidió que atacara al nuevo riñón", explica Alison.
El próximo capítulo
Alison está en remisión, pero todavía tiene que lidiar con problemas de salud relacionados. Colabora estrechamente con la organización Lupus Research Alliance, que se dedica a la investigación de esta enfermedad, apoyando a otras personas, contando su historia y comunicando un mensaje de esperanza. Su consejo para lss personas con problemas médicos es que encuentren un grupo o una organización de apoyo.
"A mí me resulta muy útil interactuar con otras personascon lupus. Me ayuda a sobrellevar mi enfermedad", dice Alison.
Alison también trabaja medio tiempo y se hace tiempo para viajar y disfrutar de las cosas pequeñas. Hace poco fue a un retiro de yoga en México.
"Creo que es realmente importante tener una actitud positiva", explica Alison. "A pesar de todo esto, nunca creí que me moriría ni que no iba a sobrevivir. Cada problema se convierte simplemente en otro obstáculo que tengo que superar hasta que las cosas mejoren".