Aunque la mayoría de las personas con COVID-19 se recuperan por completo, miles de sobrevivientes de la enfermedad siguen teniendo problemas para volver a su nivel de funcionamiento anterior aun meses después. Por este motivo, los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés) están financiando una investigación para comprender los efectos a largo plazo del COVID-19 en la salud, incluida la enfermedad conocida como COVID-19 persistente.
¿Qué es el COVID-19 persistente?
El COVID-19 persistente es una serie de síntomas que pueden durar semanas o meses después de la infección inicial con el virus que causa COVID-19, o pueden aparecer semanas después de la infección.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas incluyen fatiga, falta de aire al respirar, dificultad para pensar o concentrarse (confusión), trastornos del sueño, fiebres, síntomas gastrointestinales, ansiedad y depresión. Los síntomas nuevos pueden aparecer mucho después del momento de la infección y pueden cambiar con el tiempo.
¿Quiénes pueden tener COVID-19 persistente?
Cualquiera que haya tenido COVID-19 puede tener COVID-19 persistente, sin importar la edad o el estado de salud anterior.
¿Cuánto tiempo dura?
Los síntomas pueden durar semanas o meses después de la infección inicial y pueden variar de leves a graves. Los investigadores están tratando de comprender mejor la recuperación del COVID-19.
¿Cómo se lleva a cabo el estudio?
En diciembre de 2020, el Congreso aprobó una financiación a cuatro años por $1,150 millones de dólares para que los NIH apoyen la investigación sobre COVID-19 persistente (en inglés) y otros efectos a largo plazo de la enfermedad en la salud. En febrero de 2021, los NIH pusieron en marcha un programa nuevo para identificar los factores de riesgo y las causas del COVID-19 persistente, a fin de comprender cómo prevenirlo o tratarlo en el futuro.