"Hay muchos malentendidos sobre la tartamudez", dice el Dr. Dennis Drayna, científico emérito del Instituto Nacional de la Sordera y Otros Trastornos de la Comunicación de los NIH, y experto en la genética de la tartamudez.
Aquí hay algunas de las ideas falsas más comunes y sus realidades:
Mito: Es un problema psicológico causado por ansiedad, estrés o nerviosismo.
Realidad: Aunque la ansiedad y el estrés pueden empeorar la tartamudez, no la causan. La tartamudez suele empezar en la niñez. Al crecer, muchos niños sienten ansiedad y vergüenza por las reacciones negativas de las personas de su alrededor. El tratamiento de la tartamudez incluye terapia para lidiar con las reacciones negativas de otras personas.
Mito: La persona que tartamudea simplemente tiene que tratar de relajarse y calmarse antes de hablar.
Realidad: Decirle una persona que tartamudea "que se relaje" o "que se calme" es peor porque la presiona aún más para que hable normalmente. "Crea un círculo vicioso", dice el Dr. Drayna. "La tartamudez no empieza porque una persona tenga miedo de hablar en público", agrega. Probablemente está relacionada con cambios sutiles en el cerebro y en al menos ciertos casos, con mutaciones en genes específicos.
Mito: Las personas que tartamudean no son inteligentes.
Realidad: La tartamudez no tiene nada que ver con la inteligencia. Que una persona tenga dificultad para hablar no significa que esté confundida. Sabe lo que quiere decir pero tiene un problema con la capacidad para hablar con fluidez. La tartamudez ha afectado a científicos, actores, escritores y políticos, y muchos lograron cosas notables.
Mito: Está bien terminarle la oración a una persona que tartamudea.
Realidad: "Terminarle la oración a alguien que tartamudea es lo peor que se le puede hacer. Es humillante, es peor que decirle que se relaje", dice el Dr. Drayna. "¿Acaso le diría usted a una persona que tiene una férula en una pierna que camine mejor?" Las causas exactas de la tartamudez aún no se comprenden, pero en al menos algunos casos están relacionadas con genes que controlan funciones en ciertas células del cerebro. Hasta que se encuentre una cura, los terapeutas del habla o logopedas pueden recomendar técnicas para controlar o reducir la tartamudez.